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tRIBUNA LIBRE

Por un puerto de Vigo competente y competitivo

Entre los distintos polos de desarrollo con que cuenta Vigo, hay uno, el Puerto, que posee una importancia estratégica innegable para la ciudad y su entorno, pero que, pese a ello, no siempre ha obtenido por parte de una y otro el reconocimiento al que se ha hecho acreedor. En la actualidad, está sometido, en idéntica o parecida medida a la de otros puertos, a una encrucijada decisiva para su futuro, lo cual le obliga a plantearse, de conformidad con lo establecido en la Ley de Puertos del Estado y de la Marina Mercante, el diagnóstico de su situación o la definición de sus objetivos. En otras palabras, su competencia y competitividad.

El primero de estos parámetros, la competencia, pasa o debe pasar por una reflexión sobre si su estructura orgánica representa fielmente los intereses de la comunidad empresarial en la que está inserto; sobre si sus procesos, procedimientos y cargas administrativas son capaces de responder con agilidad y eficiencia a los problemas que suscitan los usuarios o, por el contrario, faltos de esa agilidad y eficiencia, suponen un agravamiento de los mismos; o sobre si el grado de coordinación entre los distintos departamentos ministeriales que, directa o indirectamente, desempeñan sus funciones en el ámbito portuario es manifiestamente mejorable.

Al lado de este parámetro de la competencia hay otro tan esencial como éste, y es la competitividad. En este ámbito, el Puerto ha desarrollado, o está a punto de desarrollar, diversos Planes, desde el Plan Estratégico 2018-2028 hasta el Plan de Empresa 2020, pasando por otros dos, pendientes a día de hoy, como son el Plan Director y el Plan Especial de Ordenación Portuaria. Además de estos Planes, hay otros, ya entren propiamente en la categoría de Planes, como el Blue Growth, o de Proyectos, como el Smart Viport o el Port Forward, que, en su conjunto, revelan una evidente preocupación por hacer del Puerto un puerto de referencia.

En este contexto, sin embargo, no puede dejar de aludirse a un factor básico, como son las infraestructuras, y dentro de ellas a las importantes limitaciones de espacio que presenta el Puerto, sin cuya solución díficilmente podrá estar a la altura de otros puertos, y mucho menos alcanzar el nivel de competitividad que reclama. Por ello, se entiende su postura en una cuestión tan delicada como la de Astilleros Vulcano, cuya liquidación puede abrir al Puerto la ocasión de recuperar un espacio para un posicionamiento más competitivo a escala nacional o internacional. Calificar este planteamiento, como se ha hecho desde una óptica significativamente reduccionista, como un planteamiento conducente a "arrasar las instalaciones (con vistas) a colocar contenedores", es distorsionar la realidad.

No se trata de "eliminar la construcción naval", sino de planificar un futuro portuario a medio y largo plazo, un futuro para el que es necesario contar con unos terrenos de los que el Puerto carece. Es cierto, por otra parte, que el sector de la construcción naval padece una crisis importante, agravada por la situación en la que en este momento se encuentra, además de Vulcano, Hijos de J. Barreras, y que ello obliga, sin descalificacionesl ni exabruptos, a buscar soluciones negociadas, que no excluyan los intereses en presencia, especialmente, por lo que al Puerto se refiere, un espacio vital para su desarrollo.

*Secretario general de Logidigal

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