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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las maneras

Oídas y leídas declaraciones de representantes de los principales partidos de la izquierda gallega, parecen confirmarse los augurios pesimistas. Cierto que no necesitaban ratificación de profetas de primera línea, pero en todo caso no contribuye precisamente a la esperanza de que, aun año electoral, 2020 pudiese resultar más productivo para Galicia que el anterior. Y está visto que no hay suerte: el panorama se reduce a primera vista a lo de "caña al mono hasta que aprenda a leer". Y algo peor todavía: ni todos los monos lo lograrán ni los "maestros" parecen capaces.

En cualquier caso, y como ya se ha dicho, las maneras de los protagonistas principales, por las dos bandas, no dan pie a otra idea. Desde el PSOE, como desde el BNG y Podemos, se articula la estrategia en el conocido "todos contra Feijóo", aunque más radicalizado, porque buscan crear una brecha social aquí como la que hay ya en España. Y reproducir aquí, pero desde la oposición, el lema monclovita de que "quien nos critica es de extrema derecha", para intentar que el público "trague" y se decante por el que más grite y, de paso, manipule mejor los conceptos.

Lo curioso es que los de enfrente, menos fragmentados que sus rivales, aprovechan peor las canonjías que aporta el ejercicio del poder. Quizá porque no han llegado todavía a liquidar la totalidad de los escrúpulos e incluso algún complejo, pero acabarán viéndole las orejas al lobo y lo harán. La duda es si tendrán margen y capacidad de respuesta a la tormenta que les aguarda, con tan solo un líder -sólido, pero algo desgastado por su soledad dialéctica y su afán de ser cocinero y fraile-, como objetivo y los demás referentes, y la tropa, parapetados tras su sombra.

Lo que está por ver es si "la gente", un eslogan que podría situarse otra vez en el eje de los debates como beneficiada por las cartas de Sánchez -salario mínimo, alza de pensiones y más impuestos a los "ricos"-, responde como desea el Gobierno o mantiene su desconfianza ante las volubles "estrellas" del progresismo. Cierto que en Galicia no son demasiados -hasta ahora, ni sumando- los que comulgan con las ruedas de molino que predican los sanchistas, los nacionalistas y los mediopensionistas de Podemos, pero eso podría cambiar.

(Por lo medible hasta el momento, la posibilidad de ese cambio se basa en dosis muy elevadas de cinismo, alguna otra de provocación a la mayoría para ver si pierde la calma y entra a un trapo que dominan mejor los que no admiten más reglas que las suyas, o la invención de la historia, incluida la reciente. Ejemplos existen: doña Ana Pontón habla de los que cantan canciones falangistas en las plazas; Caballero -Gonzalo- reinventa la obligación de conceder patente de corso exigiendo "lealtad" al rival político y el delegado del Gobierno, Losada, causa hilaridad general al decir, quizá en serio, que Galicia tiene mucho que esperar del Gobierno de Sánchez. Y eso que la campaña solo acaba de comenzar: son de temer más ocurrencias y mucho peores.

¿No...?)

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