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Camilo José Cela Conde.

Guerra

La ejecución del general iraní Quassem Soleimani

Años atrás, cuando acaba de dejar su cargo de embajador de Israel en Madrid, tuve la ocasión de preguntarle a Shlomo Ben Ami cómo era posible que su país, tan admirable por muchas razones, tratase como trataba a los palestinos. La respuesta del israelí me dejó mudo: "Porque estamos en guerra". La guerra es, según una frase muy conocida que debemos al general prusiano Von Klausewitz -uno de los más insignes estudiosos de los conflictos bélicos-, la continuación de la política por otros medios y en el siglo pasado, cuando mantuve la conversación con Ben Ami, contaba con reglas establecidas en la Convención de Ginebra que establecían derechos y limitaban barbaries. Declarar la guerra se entendía como un acto diplomático en sí mismo que se comunicaba al país en adelante enemigo a través de la embajada y llegaba a su fin mediante ceremonias tan protocolarias como la de la firma de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial a bordo del "Missouri", con los representantes nipones de frac y con guantes blancos y chistera.

Ese concepto de guerra ya no existe. Que yo sepa, ni Francia ni los Estados Unidos se la declararon en su día al Vietnam, aunque aquel conflicto podría considerarse aún una guerra a la antigua usanza con ejércitos enfrentados en el campo de batalla y las bajas civiles contando hasta cierto punto como daños colaterales. Pero ya en el siglo anterior la guerra clásica había dado paso a ataques indiscriminados con el objetivo de sembrar el miedo, actos que se conocen, por esa misma razón, como terroristas. Y el siglo XXI comenzó con la nueva página bélica que supuso el ataque a las Torres Gemelas y al Pentágono.

La semana pasada se hizo público el bombardeo ordenado por el presidente Trump contra el general iraní Quassem Soleimani por medio de misiles transportados en drones que acabaron en el aeropuerto de Bagdad con la vida del jefe de la Guardia Revolucionaria. No medió entonces, ni antes, ni después, ninguna declaración de guerra formal a Irán desde Washington pero cabe entender de sobras que un acto de ese tipo es bélico en sí mismo. Justificaría, por ejemplo, el ataque de las fuerzas iraníes a cualquier barco, militar o civil, estadounidense.

Sin embargo no es ese el camino de represalias que se espera sino el de un incremento de los actos terroristas. Y no deja de tener lógica que así sea porque Soleimani ha sido atacado a causa de su intervención directa en la guerra de Siria, un conflicto en cierto modo parecido a los que analizaba Von Klausewitz, pero no ha muerto en Alepo sino en Bagdad, y tampoco a causa de la artillería convencional sino por medio de drones. Pues bien; si la respuesta de Washington es la ejecución del general Soleimani tal y como se ha realizado, ¿no debería entenderse como un ejemplo típico de acto terrorista?

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