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Daniel Capó FdV

El hombre en el castillo

¿Qué habría pasado si uno hubiera tomado esta o aquella decisión? ¿Nuestro mundo sería el mismo o distinto?

En la serie de Amazon Prime El hombre en el castillo, inspirada en la novela homónima de Philip K. Dick, se propone la existencia de una infinidad de universos paralelos, muy parecidos el uno al otro pero ligeramente distintos, como la vibración de un sonido que se expande hacia el infinito. En la serie se plantea la ucronía de que el III Reich hubiera ganado la guerra gracias a la bomba atómica y que los Estados Unidos hubieran quedado divididos entre una Costa Este sujeta al poder alemán y unos Estados del Pacífico sometidos al Imperio Japonés. A la vez, una especie de túnel cuántico permite que fluya información hacia otro universo -el nuestro-, en donde el nazismo fue derrotado y el duopolio nuclear era cosa de los americanos y los rusos. Los personajes son los mismos en uno y otro universo, pero sus vidas resultan muy diferentes, así como las decisiones morales que se ven obligados a tomar en relación con el contexto y la sociedad en la que viven. Se diría que, aunque todos compartimos una misma condición humana, son las circunstancias -como bien sabía la teología clásica- las que nos prueban y nos desvelan. Lukacs cuenta en sus memorias que pudo comprobar en su Budapest natal cómo la lealtad y las ideas cambian con rapidez si los hechos (y la supervivencia) así lo requieren: no pocos, en cuestión de días, pasaron de nazis a comunistas. Pero, por supuesto, cabe siempre la pregunta opuesta: ¿qué hubiera sucedido si?? Y no solo en clave histórica, sino como un supuesto mucho más personal, biográfico. ¿Qué habría ocurrido con mi vida si no hubiera aceptado aquel trabajo o, por el contrario, si lo hubiese aceptado? ¿Qué habría acontecido si no hubiera cogido el coche aquel día del accidente o si me hubiese casado con otra persona o si me hubiera ido a vivir a otro país o a otra ciudad? ¿Nuestro mundo sería igual o distinto?

Y lo mismo se podría plantear en clave política: ¿qué habría sucedido si en 1978, en vez de ofrecer café para todos, se hubiera pactado el modelo Herrero de Miñón con autonomía real solo para Cataluña, Galicia y el País Vasco? ¿Cómo habría evolucionado la historia de la UE sin el referéndum del brexit? ¿Y si Benedicto XVI no hubiera abdicado? ¿Y si el crash de 2008 no se hubiese producido -al menos con esa magnitud-, habría tenido lugar el retorno de los populismos? ¿Qué habría acaecido si Almunia hubiera ganado las generales y Zapatero nunca hubiese tocado poder? ¿Y si Maragall no hubiera promovido un nuevo Estatut para Cataluña? ¿O si Mas no hubiese decidido poner en marcha el procés desde el poder? ¿Y si Sánchez y Rivera hubiesen pactado en la anterior legislatura? ¿Y si lo hiciera ahora el presidente con Pablo Casado? Solo una infinidad de universos paralelos nos permitiría explorar a fondo todas estas posibilidades.

En ocasiones los países, las sociedades, se enfrentan a dilemas cruciales que deben saber resolver con inteligencia, a trampas que hay que evitar, a liderazgos que es preciso asumir. Unas veces estas disyuntivas las plantea el azar; otras, la realidad misma. Pero de su resolución surgen mundos nuevos, líneas históricas que parecían vedadas -o imposibles- hasta aquel momento. De ahí también la importancia de la prudencia a la hora de tirar por la borda lo conseguido. La historia de la humanidad es también la crónica de las malas decisiones y del peso de sus consecuencias.

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