Tener un buen amigo es un tesoro, pero el tesoro no se encuentra normalmente sin esfuerzo y los amigos se consiguen también con dedicación.

Cuando uno llega a la tercera edad lo normal es que tus hijos tengan sus propios proyectos y el valor de los amigos se hace mayor.

La amistad se basa en la confianza. Yo recuerdo una enseñanza de mi padre José Regojo que me decía: "El dinero es importante pero más importante es el crédito". El dinero que uno tiene es limitado aunque sea mucho y sin embargo el crédito o la confianza que puedas conseguir de los bancos, proveedores, clientes y empleados puede ser muy grande y llegar más lejos.

A un amigo le exiges dos virtudes importantes: confianza y generosidad. Tu amigo no puede ser un bocazas, le exiges que sea discreto porque si no nunca le abrirás tu alma. A tu amigo le exiges generosidad, debes de tener la seguridad moral que cuando le pides una cosa él te la va a dar siempre que pueda.

El buen amigo es aquel que se adelanta a tus necesidades.

Es curioso que la mayoría de las veces las grandes amistades se dan en dos etapas de la vida, en tu infancia y juventud y en tu jubilación. Los amigos de tu infancia son amigos para siempre.

En tu jubilación los amigos los escoges y eres tonto si no aciertas. Mi amigo Enrique Rojas decía algo que creo que es definitivo: "Para tener amigos hay que tener mala memoria".

No se puede andar por la vida recordando agravios y descuidos de los amigos, ¿por qué vamos a exigir en los amigos ser perfectos cuando nosotros no lo somos? Qué fantásticas las palabras de Jesucristo: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra".

A los amigos hay que cuidarlos y quererlos y esto exije esfuerzo, celebrar sus cumpleaños, su onomástica, tener una comunicación periódica porque si no malamente te enteras de su muerte.

Los amigos los hay cercanos y los hay lejanos. Los cercanos los disfrutas más y te ayudan a cubrir estas horas tan largas que tienes en la jubilación. Los lejanos son aquellos que tienes que esforzarte más para enterarte de lo que le pasa. Yo concretamente tengo amigos del alma que a veces están a mucha distancia y otros que se me han ido y están más cerca porque están en mi corazón.

Estamos en una tierra que es Galicia que tradicionalmente el poder de una persona no estaba en el dinero sino en el número de amigos que tenía.

Qué buena tierra con sus rías baixas y altas, con su buen vino, con sus gentes reflexivas y casi siempre filósofos, cuántas gracias tenemos que dar a Dios por haber nacido en esta tierra.

Yo aprendí de joven en una concentración de la juventud organizada por Acción Católica en el monte de A Peneda (O Viso, Redondela) que Dios cuando creó el mundo lo contempló poniéndolo en sus cinco dedos en lo que son las rías gallegas. Galicia es una tierra en que damos culto a la amistad, luchemos por cuidarla y aumentarla.

*Miembro del Club 55