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Pedro de Silva

El Norte

El Norte asusta esta temporada, pero el Norte de toda la vida era así: temporales, chubascos, rociadas de nieve, rayos, truenos y desprendimientos. De hecho, los musulmanes, tras su espantada en Covadonga (718), fueron machacados por los elementos, al ser sepultada parte de la hueste en retirada por una avalancha. Ahora bien, no está claro por qué se fueron para siempre (razias estivales en busca de botín aparte) tras la derrota ante Pelayo, que seguramente fue una simple escaramuza. Una persona que no tiene nada de historiadora, pero es depositaria del sentido común, afirma desde hace tiempo que en el fondo se fueron por eso, por el tiempo. Hombres de la luz y del desierto, del agua domesticada en las fuentes, de los grandes horizontes, veían pasar un día y otro de agua y de tormenta, metidos en niebla y humedad, hasta que Munuza dijo: hasta aquí hemos llegado, nos vamos (peineta).

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