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Se nos fue Elvira, la "viejita de Nelson"

Estos días oscuros, lluviosos, invernales parecen propicios para las malas noticias. Por eso cuando suena el mensaje del móvil a primera hora de la mañana, a uno se le sobresalta el corazón. Nada bueno puede traer. Y así fue. Elvira Ferrer, madre del pintor cubano-vigués Nelson Villalobos, se nos ha ido con 84 años y con ella una viejita única, excepcional. Forjada en acero, amorosa al modo guajiro y con un genio de pinga, Elvirita era una grandísima mujer, una cubana de una pieza. ¡La echaremos tanto de menos! Pero allá en donde esté ahora, seguro que ya ha empezado a dar órdenes. Ahí la tienen, inmortalizada con pose de matrona orgullosa por la mano maestra y siempre colorista de su querido hijo, Nelson. Abrazo fuerte, hermano Villalobos.

Elvira Ferrer,Nelson Villalobos,

Vigo, puro milagre

Es un tipo al que la sabiduría le ha hecho humilde, de los que saben aquello que me decía mi abuela Amalia: donde hay soberbia, hay ignorancia. Hablo de Manolo Bragado, que el viernes nos presenta en la Biblioteca de la EMAO (G. Barbón, 5) su libro "Vigo, puro milagre", ahora que su baja voluntaria en la editorial Xerais, donde cumplía 28 años de los cuales 25 como director editorial, le permiten escribir libros en vez de producirlos. Conociendo sus crónicas semanales en FARO, se adivina que será muy golosa la lectura de este libro suyo, en el que para hablar de Vigo aúna su conocimiento de esta ciudad por la que transita desde hace 60 años con esa forma de contar de poético calado (es un sentimental) que hace parte de su ADN columnístico. Con prólogo de Ledicia Costas y epílogo de Pedro Feijoo, reza la contraportada del libro que éste reúne "prosas viguesas polas que circulan os tranvías metropolitanos, a actividade e o bulir dos comercios e mercados, os conflitos obreiros e os naufraxios, os traballos da ribeira e da ardora...". Ahora que ha vuelto a la enseñanza seguro que deseoso de la jubilación porque ya es mucha la tropa aguantada, Manolo podrá revisar su memoria histórica de esta editorial que yo vi nacer ya como periodista en el 79 con Xulián Maure y de la que fui testigo con Víctor Freixanes, Bragado y ahora Fran Alonso como directores, y creo que me falta uno por medio.

Con pajarita y sin tapujos

Como no tengo prisa y el libro de Bragado es intemporal, aparco su lectura momentáneamente para atender lo mío, que en este caso es el libro último de Inocencio Arias, "Chencho", que le presento el 27 de este mes que corre vertiginosamente por nuestras vidas. Arias lo titula "Con pajarita y sin tapujos" y es una crónica que va de la superioridad moral de la izquierda a las ocurrencias de Trump y el nacionalismo.

Marco, de Capri, se fue a los 98

Me acaba de llegar de Carlo di Cesero un wasap que me entristece: murió ayer Marco di Cesero. Marco era un referente de la memoria de muchos vigueses que en su infancia, allá por 1956, veían nacer la heladería Capri que abrió en Carral con su mujer, Alma de Bona. Nada menos que 98 años cumplió Marco en septiembre, y yo estuve brindando por él y su buen humor con la familia ese mes, en que le hicieron una comida en el Rosalía Castro. A mí aquella heladería, la primera o segunda de Vigo con La Ibense, me parecía objeto de milagro en los veranos de mi infancia y él tras la barra una especie de enviado del Señor que nos traía unos sorbos fríos que solo podrían venir del cielo. A Marco le hicimos sus Memorias en FARO, y sabemos toda su historia desde que corría por su pueblo Igne, en el noreste de Italia, en plenos montes Dolomitas, o cuando entró en la II Guerra Mundial como soldado al tiempo que su padre. Nunca perdió su buen humor ni el amor de sus hijos y nietos. Pena perderte a ti, Marco, aunque ya cumpliste bien.

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