Desde hace unos meses estamos siendo bombardeados desde todos los medios con noticias alarmantes de que se acerca una nueva crisis europea y mundial porque el periodo de bonanza y de favorable crecimiento de la riqueza empieza a flaquear después de haber superado aquel proceso de recesión (2007-2014) de los más duros de los últimos decenios. Lo cierto es que, desde hace dos años, el monstruo de la fatiga y el recalentamiento del escenario económico se ve venir y, en algunas de estas notas que publico, así lo anuncié y vaticiné aunque, como siempre, soy consciente de que estos avisos no sirven para nada pues nadie hace caso de un agorero de poco relieve como uno. Miren ustedes, decía yo que no solamente se puede confiar el crecimiento a la política monetaria del BCE basada en tipos de interés cero y a sus estímulos de compras masivas de deuda e inyecciones desordenadas de liquidez. Esto se aprende en el primer curso de macroeconomía. Esos incentivos están bien para periodos de tiempo cortos con el objetivo de conceder un plazo para que los países puedan llevar a cabo reformas estructurales en sus sistemas de asignación de recursos y en la producción y distribución de bienes y servicios, pero esas enormes cantidades de liquidez inyectadas artificialmente han tenido el indeseable resultado de trasladar fondos procedentes del ahorro productivo (al que se ha penalizado) de personas, familias y empresas con destino al despilfarro del gasto y del consumo con el consiguiente aumento desorbitado de la deuda -que no van a poder pagar nunca- de los países, de las empresas y los particulares. Esta ingente burbuja de endeudamiento, animada por las facilidades de los tipos de interés cero y la creación de dinero dándole al rabil de la maquinita del BCE, ha ido inflándose exponencialmente, y ahora amenaza con explotar. ¿Alguien se cree que puede ser viable y lógico un sistema que por prestar dinero, el deudor, en vez de pagar intereses, los pueden cobrar?, pues esta es la degeneración a la que nos ha llevado esta política financiera aberrante. El resultado ha sido una enorme juerga con borrachera a base de pasta sobreabundante y, ahora la resaca nos deja en una situación en la que los ricos son mas ricos, los pobres mas pobres, y la clase media adelgazada y cada vez mas insignificante. Nos podemos preguntar: ¿y ahora qué?; pues miren ustedes, a pesar de que las autoridades económicas y financieras quieren seguir, por razones políticas, estirando la cuerda de los estímulos artificiales, la verdad sincera es que la caja de herramientas financieras esta agotada y las reformas estructurales en los países siguen pendientes de ser llevadas a cabo, así que no queda otra capacidad de respuesta que afrontar urgentemente reformas fiscales y laborales, potenciar un nuevo sistema productivo y proceder al adelgazamiento de las administraciones públicas de los estados. Claro que la clase política dirigente europea no está dispuesta, ni tiene capacidad para llevar a cabo estas medidas, así que hay que prepararse para tiempos complicados y convulsos que, como siempre, acabaremos pagando los ciudadanos con recortes de bienestar y con el incremento de los ya confiscatorios impuestos que padecemos.
