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José María de Loma.

Una de queso

Muchas ganas de queso. El queso es un ejemplo para este país. El queso une. El queso es diverso, andaluz, gallego, asturiano, catalán, manchego. El queso acompaña bien y es ligero o graso, cervecero o ideal acompañante de un vino. No falta fin de semana en el que no se homenajee al queso. La Feria del Queso. Aptas para fieras del queso. Las Jornadas del Queso, Seminario sobre el Queso, Verbena Quesera. Gran Quesada Dominical. Exhibición de Quesos.

En España, cuando a un pueblo le faltan fiestas o ferias o incentivos para que la gente lo visite se organiza un queserismo o queseridad, un algo sobre el queso. Y nos parece muy bien. Hay que repartir queso, que no es incompatible con repartir chorizo, salchichón, lomo, jamón o incluso verduras. Uvas con queso saben a beso. Ya saben aquello de Charles de Gaulle sobre Francia: "No es posible gobernar un país con más de 300 tipos de quesos". Y en realidad hay más de mil. El queso ha inspirado a muchos poetas y también infames pareados. Ha jalonado cenas conspiratorias, ha servido de postre y aperitivo, ha contribuido a romper el hielo entre desconocidos. La mitología atribuye el primer queso a Aristeo, hijo de Apolo y Cirene. Para los menos mitómanos o mitológicos habrá que añadir que cualquier nota de hace miles de años pudo guardar un poco de leche y al no beberla en horas pudo convertirse en un cuajo o similar, un protoqueso, un queserismo por accidente.

El queso sale en la Biblia. Y si no sale, debería. Y ha sido alimento de reyes, afirmación irrefutable, dada la cantidad de reyes que en el mundo han sido. El queso tiene un aroma intransferible, queremos decir que a queso solo debe oler el queso, dado que alguien que huela a queso es reprobado socialmente o incluso es rehuido por los demás. Yo una vez subí a un avión con un paquete de Roquefort y casi me tiran por la ventanilla. Al queso, no. Al queso querían comérselo. No pasa esto con el olor a rosa, que es olor, claro, de rosa, pero también de algunas personas adecuadamente duchadas y perfumadas. A rosas puede oler alguien que no sea una rosa. Con el olor a atún no sabemos qué hacer; el atún ha de oler a atún, pero una persona aromatizada con tal pez podría resultarnos dudosa a la hora de aceptarla en nuestra morada. O a lo mejor nos dan ganas de comérnosla. El queso le va bien incluso al atún. Pero no hay que mezclar el queso al tun tun.

Cuando en la ensalada hay pelea, la lechuga grita: ¡aquí hay tomate! Pero cuando el atún da guerra solo grita el comensal, si acaso. También se grita delante de algunos atunes sanísimos y bien cocinados, pero por el precio. Siendo de mar, no cabe duda de que el atún se ha subido a la parra.

No hay mal que por queso venga. Jornadas queseras. En Teba, Zuheros, Cabrales o Cangas. En Trujillo, Madrid u Plentzia. Muchas ganas de queso, un ejemplo para este país.

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