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Santiago Lago Peñas.

Galicia en positivo

Soy de los primeros cuando se trata de ejercer autocrítica y lamentar las enormes potencialidades de nuestro país por falta de reflexión, planificación y cooperación; y por exceso de precipitación, indecisión y localismos. Existen numerosas islas de excelencia en Galicia que demuestran que, colectivamente, podríamos hacerlo mejor: empresas, grupos de investigación, gobiernos municipales que nos hacen sentir orgullo de pertenecer a esta comunidad del noroeste peninsular que tiene atributos maravillosos, al lado de otros que son lo contrario. Como en el epílogo de la película, nadie es perfecto; es inevitable que tengamos defectos. Pero podemos minimizarlos para que lo positivo brille más.

Y eso pasa, en primer lugar, por ser justos en las evaluaciones. Si la percepción es que todo está mal, que nada funciona, es imposible concentrar los esfuerzos en las cosas que realmente son mejorables. En el Parlamento de Galicia, en las tertulias radiofónicas y las páginas de los periódicos, en los espacios públicos y privados de debate deberíamos intentar ser más objetivos y ecuánimes.

Ahí van un par de datos que a más de un lector le chocarán porque no encajan con lo que leemos y escuchamos cotidianamente. Si la referencia es el año 2000, ninguna Comunidad Autónoma ha mejorado tanto su renta por habitante como Galicia. Hemos crecido ligeramente más que el resto de España, a pesar de la crisis demográfica que nos atenaza. De nuevo, desde el año 2000 hasta 2018 hemos sido una de las Comunidades Autónomas donde el sector industrial ha crecido más, por delante de País Vasco, Cataluña o Madrid. Hoy somos una Comunidad industrial. Cierto que tenemos problemas generales en el sector y particulares en algunas empresas. Pero existen numerosos ejemplos de éxito que no podemos orillar, desde Jealsa a Delta, desde Norvento a Coren, pasando por Inditex o Estrella Galicia. Tenemos un tejido industrial y, en general, empresarial que ya quisieran muchas autonomías para sí. Solo Cataluña, Madrid y País Vasco están claramente por encima.

Un tejido que se ha desarrollado a pesar de la muy escasa inversión extranjera recibida en las últimas tres décadas. La clave ha estado en las empresas familiares. Porque todos esos ejemplos citados llevan tras de sí el apellido de una familia que vive y trabaja en Galicia.

El corolario de lo anterior es claro. Bienvenidas sean las iniciativas empresariales foráneas. Ojalá que seamos capaces de atraer más. Pero el presente y futuro inmediato está en nuestras empresas. La alianza con ellas de gobiernos autonómico y locales, sindicatos, universidades, centros de investigación, Sociedad civil en general debe fortalecerse al máximo para jugar en equipo. Tenemos los hilos; toca enfurtirlos.

*Director del Foro Económico de Galicia

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