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Carmen Pérez Novo.

Energía vital

El agua es un elemento clave en nuestro proceso vital. Yo creo que todas las personas que están leyendo este artículo, están al corriente de esto. Sin ella, nuestra existencia en este planeta Tierra, sería inconcebible. Es el componente más grande del cuerpo. En el feto, supone más del 90% de su peso corporal, porcentaje que desciende al 75% en los recién nacidos y va disminuyendo hasta alcanzar el 60% en la edad adulta.

Por eso, si queremos mantener una energía constante, lo primero que tenemos que hacer es cuidar el cuerpo en su integridad, empezando por lo que ingerimos. Una buena alimentación variada y equilibrada, acorde a la edad y al tipo de vida que llevamos. Y, por supuesto, mantenernos bien hidratados. Todas las células y funciones de los órganos, para funcionar, dependen de este maravilloso y vital líquido transparente. Transporta los nutrientes a todas las sustancias vitales del cuerpo, juega un papel crucial en el mantenimiento de la temperatura corporal, forma fluidos que rodean las articulaciones y sirve como material de construcción para el crecimiento y reparación del cuerpo. Si lo pensamos con detenimiento, nos daremos cuenta que cada sorbo nos va a llevar hacia una vida maravillosa, nueva y saludable.

Por todo ello, el agua de bebida y la contenida en los alimentos que ingerimos, ha de garantizar una correcta hidratación, en cualquier edad o circunstancia vital, como elemento clave en el mantenimiento de un buen estado de salud, sin olvidar que sus requerimientos varían mucho en función de la edad, sexo, condiciones ambientales y las diferentes circunstancias fisiológicas, tales como el período del embarazo y lactancia, la actividad física o cualquier tipo de práctica deportiva, el entorno laboral, los procesos de envejecimiento o las distintas situaciones de salud.

O sea que, en líneas generales, si queremos cuidarnos adecuadamente, deberíamos beber al menos dos litros de agua al día. Para ser más exactos, podemos dividir el peso en kilos, entre 30 y el resultado obtenido serán los litros que necesitamos. Por ejemplo, una persona que pese 85 kilos debería tomar 2,8 litros al día. Por otra parte, lo ideal, según los expertos, sería que ya comenzáramos a beber por la mañana, justo al levantarnos, porque este es el momento de mayor toxicidad y deshidratación que vamos a tener. Además, recomiendan encarecidamente que nunca deberíamos pasar más de media hora sin beber, al menos, un sorbo de agua.

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