Cuando se busca en el Diccionario de la RAE la significación gramatical de la palabra "amor", las dos primeras acepciones advierten de que es un sentimiento; es decir, un estado afectivo o pasional del ánimo. Situados en la perspectiva puramente afectiva, el amor, al poder sentirse respecto de muchas personas, permite diversas calificaciones: paternal, filial, fraternal, amical, etc. Pero si lo miramos como estado pasional del ánimo, lo que se ve es el amor de pareja que es al que voy a referirme con el fin de sostener que es este tipo de amor el que tiene edad.

Si la edad es el tiempo que va viendo cada persona, afirmar que el amor también tiene edad es defender que el tiempo de vida se acompasa con el tiempo que dura en cada persona ese sentimiento pasional sobre la persona amada. Sentimiento que, a diferencia de la edad, no comienza con el nacimiento, sino generalmente en la juventud cuando empieza a despertarse ese estado pasional sobre el ser amado.

Por eso, si bien no pueda hablarse de un amor "infantil", si cabe hacerlo, a mi juicio, de un amor juvenil, adulto, maduro y de senectud. Lógicamente, cada uno de estos tipos de amor se corresponde con la edad de los sujetos que lo sienten. Y así como el alma y el cuerpo van cambiando con la edad, se puede sostener que lo mismo le sucede al sentimiento del amor. No me atrevo a especificar en qué va cambiando el amor, porque es muy posible que eso dependa de cada persona y hasta de que cada pareja. Y cabe incluso que el amor, como el tranvía, se tome en marcha: es decir, que uno pude enamorarse en su juventud, en la edad adulta, en la madurez y en el atardecer de la vida.

Lo que de verdad es maravilloso es que el acompasamiento entre la edad y el amor tenga lugar entre dos vidas y por todo el tiempo de ambas. Me refiero al privilegio de sentir el amor juvenil, el amor adulto, el amor maduro y el amor de senectud por una y la misma persona. Y digo que es un privilegio porque no es fácil explicar la razón por la que el misterioso sentido del amor, que no se sabe por qué surge, ni por qué desaparece, anida y crece, sin desvanecerse, en dos corazones que viven acompasadamente sus vidas.

No sería sincero se no añadiese que en nuestros días predomina el amor de etapa; esto es, se siente amor por el otro solamente durante una fase o, simplemente, una parte de la misma (solo en la juventud, solo en la adultez?). Por eso, no es demasiado frecuente el amor de toda una vida. Pero no me atrevo a calificar si ese a amor es mejor o peor que el que dura toda una vida. Es lo que es y dura lo que dura. Aunque pienso que el amor que dura solo una etapa y que se inicia sucesivamente con personas distintas no es un amor único, sino, en cierto modo, compartido y que, aunque no puedo hablar por propia experiencia, es un amor a jirones, desagarrado, que va dejando una parte de sí a medida que va pasando de uno a otro.