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Luis M. Alonso.

El váter de oro

El váter de oro macizo de Maurizio Cattelan, una dorada escultura satírica llamada "América", fue robada del palacio de Blenheim en Inglaterra por alguien que arrancó las tuberías y causó una inundación. La mansión del siglo XVIII, donde nació Churchill, tuvo que ser cerrada. El inodoro se había mostrado por primera vez en 2016 en el Guggenheim, de Nueva York. Entonces pudo ser usado por los visitantes. Más tarde le fue ofrecido a Donald Trump para defecar o hacer con él lo que considerase oportuno. El título de la obra, "América", cobraría de esa manera un significado todavía más hiperrealista.

La idea de llevar la performance escatológica de Cattelan a Blenheim era muy acertada por la simbología que encierra el lugar. Churchill vio allí por primera vez la luz precisamente en el baño de señoras durante un baile de sociedad cuando el Imperio aún no había conocido su mediodía. En esta ocasión el inodoro llegaba a sus aposentos en medio de la noche más oscura pero no se puede decir que ese detalle haya inspirado al ladrón o a los ladrones. Ni siquiera poder moverse en el baño en el que amaneció Churchill por primera vez. Robar un váter, aunque sea de oro de 18 quilates, de una exposición en el palacio de Blenheim no supone gran mérito en una isla donde se perpetró el asalto al tren de Glasgow, en el que quince individuos desvalijaron en 15 minutos el ferrocarril que transportaba el dinero de los bancos ubicados entre la capital escocesa y Londres haciéndose con 120 sacas con 2,6 millones de libras, el equivalente a 46 millones de euros actuales.

Además, como escribe Jesús Pagola Salinas, el retrete, pese a ser a un gran evento "en los anales no entró, ni él ni quien lo inventó; pero es tan grande su gloria que, incluso, aquí la historia está claro la cagó". Y bien cagada.

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