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la mirada

Los retos del 10-N

El malestar de los ciudadanos alimenta la abstención y convierte en un enigma el resultado electoral

| Cuartas elecciones. Otra vez cita con las urnas. El 10-N España celebrará las cuartas elecciones generales en cuatro años. Como los políticos no hacen o no saben hacer su trabajo, quieren que los ciudadanos resuelvan el jeroglífico y recompongan las piezas del puzzle a ver si a partir del 10-N encajan mejor. El riesgo es grande. ¿Por qué? Por el hartazgo y el enfado de la gente. El malestar de los ciudadanos alimenta la abstención y convierte en un enigma el resultado del 10-N.

Y todo en medio de evidentes signos de estancamiento de la economía y en un contexto global que incita a la preocupación, que aconseja que España no necesita una campaña, sino un Gobierno que tome decisiones y prepare al país para la que se avecina: Brexit, signos de recesión en Alemania, la locomotora de Europa, ataques con drones a refinerías de Arabia Saudí que disparan los precios del petróleo, la guerra comercial Estados Unidos- China ? ¡Pero no pasa nada! Spain is different y tendrá un Gobierno en funciones durante casi un año.

El sondeo publicado el pasado fin de semana por este medio apuntaba que volver a las urnas puede no alterar el equilibrio entre los dos bloques políticos: el PSOE sube sin lograr la mayoría absoluta con Podemos, que a su vez se mantendría, y el PP puede ganar hasta 14 diputados, a costa de Ciudadanos, que sufrirá fuga de votos por la izquierda y la derecha.

Pedro Sánchez manda de nuevo a los ciudadanos a las urnas con la confianza de debilitar a sus potenciales socios de gobierno (Podemos o Ciudadanos) y tras el 10-N estar en mejor posición para negociar un acuerdo. Eso sí, la bromita saldrá a las arcas públicas por al menos 140 millones de euros, sin contar las subvenciones a los partidos en base a su resultado electoral. España entre 2015 y 2019 se habrá gastado 540 millones en las cuatro elecciones generales celebradas.

La campaña y el reparto de culpas por el no acuerdo que hagan los ciudadanos decidirán el 10-N. En Galicia, la próxima contienda electoral tiene máximo interés porque se abre la oportunidad de mudar o retocar el marco con que se suponía llegaríamos a las elecciones autonómicas, donde el PPdeG aspira a retener la Xunta, tras diez en el poder. ¿Qué se juegan las fuerzas políticas gallegas el 10-N?

| EL PSdeG. Los socialistas fueron en las elecciones generales de abril por primera vez la fuerza más votada en Galicia, aunque luego flaquearon en los comicios municipales y europeos. Fue un chute de energía y una inyección de entusiasmo que creían les colocaba más cerca de San Caetano. Pensaron que eso y un Gobierno amigo de Pedro Sánchez serían la catapulta hacia la Xunta. Necesitan mantener el resultado para que no se desinflen los ánimos, ni los suyos propios, ni los de sus votantes. Tienen opciones. Los sondeos a nivel estatal apuntan que el PSOE crecerá en votos, pero no más que el PP, y ahí hay un riesgo. Ahora mismo, la ventaja socialista sobre los populares es de 77.282 votos.

A diez meses de las elecciones autonómicas, si no hay adelanto electoral, el PSdeG quiere volver a colocar a Pedro Sánchez en La Moncloa. No habría peor escenario para Gonzalo Caballero que, por repetir elecciones, el bloque de la derecha se hiciese con la presidencia del Gobierno. El PSOE entraría en crisis y el PSdeG podría cuasi despedirse del regreso a la Xunta.

Su máximo temor es que la desmovilización del electorado se concentre en la izquierda. En esta ocasión, ya no rentabilizarán el miedo a la llegada de la extremaderecha, y los socialistas empiezan a vender moderación y centrismo en un escenario de recesión económica.

| El PPdeG. Los sondeos apuntan que el PP mejorará resultados, y que la fuga de votos hacia Ciudadanos y VOX se retrae. Es la oportunidad para el PPdeG de recuperar el primer puesto como fuerza más votada. Si lo logra, será un balón de oxígeno para encarar con mayor ánimo las elecciones autonómicas, a donde llega desgastado tras diez años gestionando la cosa pública. Si además vuelve a contener a los de Albert Rivera y Santiago Abascal, saldrá reforzado.

Las encuestas colocan al PP como la fuerza que más tiene que ganar con la repetición electoral. Puede sumar hasta una decena de diputados más en toda España y además tomar distancia con Ciudadanos. Si en Galicia el PPdeG se estanca y no recupera posiciones, mientras en Madrid Pablo Casado puede sacar pecho, los populares gallegos, con Alberto Núñez Feijóo a la cabeza, perderían proyección en Madrid, y se encenderían las alarmas con vistas las elecciones autonómicas del año que viene.

| Podemos y demás fuerzas rupturistas. El partido de Pablo Iglesias llegó en Galicia a las elecciones de abril con el divorcio con En Marea todavía muy reciente. La separación ya está superada y la formación morada en coalición con Esquerda Unida y en tendencia a la baja luchará para retener a sus dos diputados, que además son piezas claves en el grupo en el Congreso: Antón Gómez Reino y Yolanda Díaz. Ya pasaron de cinco escaños a dos y no pueden bajar más. Sería un mal punto de partida llegar a las elecciones autonómicas más diezmados de lo que ya están.

En mayo, Anova, el flanco nacionalista del frente rupturista que no se marchó con Luís Villares y su En Marea, se bajó de la coalición electoral, pero ahora quiere subirse. ¡A ver qué pasa! Entonces no logró en las listas la representación y la posición que creía merecerse. Será difícil que ahora la consiga, cuando las listas ya están hechas. Anova está pensando más en las elecciones autonómicas que en las generales. Sabe que permanecer tanto tiempo alejado de los focos le perjudica, pero también teme verse abocado a un mero apéndice de Podemos. No quiere ser solo la fuerza satélite que daría lustre galleguista a la fuerza morada y reforzaría su imagen de partido sensible a la realidad plurinacional del Estado español.

| En Marea. Los restos de En Marea, la fuerza que en 2016 superó al PSOE en votos y se erigió en la segunda fuerza de O Hórreo, lograron el 1,08% de los votos en los comicios de mayo. Son 17.726 votos, mil más que los animalistas de Pacma. En Marea dudó presentarse de nuevo, pero lo va a intentar. El resultado del 10-N puede decidir su supervivencia. ¿Llegará viva a las elecciones autonómicas?

| Bloque. Los nacionalistas gallegos volverán a dar la batalla por regresar a las Cortes, de donde fueron desalojados en 2015 por el empuje de la Marea. El declive de las fuerzas rupturistas les ofrece una oportunidad. El debate, tan en clave estatal, les perjudica. En abril sumaron 93.810 votos (5,74% de las papeletas), el doble que en 2016, pero solo cinco mil votos más que VOX. Intenta erigirse en portavoz de los gallegos enfadados con unos políticos incapaces de llegar a acuerdos.

| Ciudadanos. A un año de las elecciones autonómicas y sin un líder visible en la comunidad, el partido de Albert Rivera intentará en noviembre al menos mantener sus dos diputados, pues las encuestas no le son favorables. El partido naranja fue la cuarta fuerza más votada en Galicia el pasado abril, con el 11,18% de las papeletas. En las autonómicas de 2016, con una candidata desconocida, la periodista Cristina Losada, no superó el 4% de las papeletas.

| VOX. La fuerza de Santiago Abascal recabó en Galicia 86.126 papeletas, el 5% de los votos, pero sus apoyos no se tradujeron en diputados. Intentará resistir, en una campaña donde ya no es centro de atención.

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