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Juan Tapia.

Nuestro mundo es el mundo

Juan Tapia

E Cuando los bloques bloquean

Parece -digo parece porque los plazos se deben respetar- que estamos abocados a una repetición electoral. Los bloques vuelven a impedir la formación del Gobierno. Sería el gran fracaso de la nueva política (más incluso que de la otra) que nació prometiendo transparencia y acabar con "la incompatibilidad con complicidad" del PP y el PSOE. Acusaban con grandes aspavientos a la "vieja política" de todos los males y ahora resulta que los dos bloques impiden más el diálogo que los dos viejos partidos.

Es lógico que Podemos arrastre amargura que desemboca en esterilidad. Nació para liquidar al PSOE, acusado de todos los males: corrupción, nepotismo y traición a la traidora socialdemocracia, lo que sería una compulsiva enfermedad. Y ahora, pocos años más tarde, resulta que el PSOE de Sánchez es más fuerte que el de Rubalcaba y que el nepotismo de Iglesias (Errejón, Carolina Bescansa, Irene Montero) supera en mucho al felipismo. González y Guerra tardaron mucho en divorciarse. De hecho, siguen conviviendo bajo el techo del PSOE, mientras que Iglesias y Errejón?

Pero lo de Podemos es explicable. Es fruto en parte de la nostalgia comunista, de los fallos y errores de la socialdemocracia y el desprecio a los diputados del 77 (Santiago Carrillo incluido). Lo de Cs es más anormal. Surgió en España (en Cataluña fue otra cosa) para corregir la ausencia de un centro liberal que desbloqueara y civilizara la política, pactando con el PP o con el PSOE según fuera más conveniente. Como han hecho en Europa muchos partidos liberales desde 1945. Invocaron a Adolfo Suárez y a Macron, el político francés que ha doblegado a Marine Le Pen, y ahora muchos días se sitúan a la derecha de Manuel Fraga, pactan con la extrema derecha todo lo que creen necesitar, y han superado a Alfonso Guerra cuando dijo aquello tan pujolista de "el que se mueve (desobedece) no sale en la foto"

Que el liderazgo de Cs imite al de Aznar (sin haber ganado ningunas elecciones) es disculpable. Lo grave es que al enrocarse en el bloque de la derecha ha bloqueado todo. Si Rivera no hubiera hecho de la antisocialdemocracia (el le llama antisanchismo) el eje de su política, todo sería diferente. Sánchez, el único presidente posible tras las últimas elecciones, podría haber negociado a dos bandas y acabar pactando con Cs (mayoría más amplia), o con Podemos (quizás más afinidad ideológica con perdón de Venezuela), pero no habría quedado atrapado en el chantaje de Iglesias: o coalición conmigo (o con mi cónyuge) o elecciones.

¿Se equivoca Sánchez? Hay mucha gente que lo cree. Y no toda equivocada o por militancia izquierdista. Los españoles no se merecen unas nuevas elecciones porque los políticos no sepan pactar. Y el "cabreo" puede ir en todas las direcciones. Sin olvidar que el votante progresista es más sensible a la desilusión que el conservador. Y que en las últimas elecciones hubo un empate y la izquierda solo ganó porque la derecha se partió en tres.

¿Está jugando con fuego? Quizás, pero gobernar bien exige unos mínimos de seriedad. Y aparte de serias divergencias (el euro, Venezuela, Cataluña), sería temeraria una coalición con quien ha proclamado que el gobierno conjunto es la única garantía de que el PSOE no vaya a traicionar. Más difícil, con quien dice en alto que una vicepresidencia (para su cónyuge) y tres ministerios, es poco menos que una ofensa y una tomadura de pelo. Y que después, en el último minuto y en pleno Congreso de los Diputados, renuncia a la cartera de Trabajo a cambio de las políticas activas de empleo. Y que esta semana ha ofrecido una coalición a prueba garantizando el voto a los presupuestos. ¿Alguien puede imaginar una coalición en la que el socio vote contra los presupuestos?

Pactar un gobierno de coalición exige tenacidad y dureza, no comportarse como en una alegre subasta de pescado. Si hay elecciones, Pedro Sánchez afrontará un serio riesgo y no será comprendido por muchos de sus electores, pero no será el gran culpable. Iglesias lo será más, pero al menos será fiel a sus "tics" históricos. Votó junto al PP contra la investidura de Sánchez en 2016, desprecia el régimen del 78 aunque cuando le interesa invoca la Constitución y le gusta dominar a quienes como Errejón le disputan el poder. El auténtico culpable del bloqueo político que impide la formación del Gobierno es Albert Rivera, que sueña con tener más gancho que Pablo Casado ante el electorado de derechas y que quizás nunca entendió bien el liberalismo y el centrismo que tanto predicaba.

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