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Olga Seco Seco.

Compañeros de trabajo

Tras la vuelta de las vacaciones

El verano parece un estanque mal excavado; en su fondo, quedan las alegrías de muchos entusiasmos exaltados con la sonrisa de las vacaciones. Las cabezas, en septiembre, suelen ser inspiración de confidencias (con fondo de tempestad) que muchas veces por prudencia, no llegan a nada.

El miedo es muy ingenuo, su absurda ignorancia no nos deja ver los secretos de la vida. Además, nos paraliza y nos convierte en patéticos estúpidos que aguantan todo. Poco después de regresar de vacaciones, llegan las efusiones. Sí, las mismas que entre líneas son desagradable hipocresía con ganas de postureo. El sonido de ciertas palabras choca con la conducta y de las paradojas improvisadas pasamos al daño...

Muchos puestos de trabajo son bosques oscuros, con muchos lobos (y lobas) escondidos entre la maleza. Al volver de vacaciones, todos parecemos amables: "Qué alegría verte", "Cómo te hemos extrañado"; por lo visto (sonrío) así es el suplicio de los hipócritas, con una mano te acarician una oreja y con la otra te extirpan la restante. No quiero afirmar que en todos los puestos de trabajo sea así, pero ya saben que en los lugares en los que hay mucha gente, siempre hay verdugos y condenados. Los jefes, por lo general, son leña aireada con pocas ganas de fuego. Aunque, ya lo dice el refrán: "Unos tienen la fama y otros cardan la lana".

Muchos desasosiegos son la inquietud de querer y no poder. No siempre tenemos el valor suficiente para marcharnos de muchos lugares, y tratamos de justificar los hechos con la culpa: divergencia tormentosa que con resignación todo lo consiente. A veces, la renuncia es la aproximación a la felicidad; aceptar aquello que es promesa de pena es llorar antes de tiempo. Siempre que nos vemos en la necesidad de imaginar, algo no va bien, sostener la vida con quimeras es recurrir a la nada. ¿De dónde arranca la nada? ¿De la ausencia de valor?

No, queridos lectores, de nada sirve alargar la inmovilidad. Junto al valor y la renuncia está la dignidad; no se trata de agotar la vida consumiéndose, se trata de intentar ser felices alejados de muchos pesares. No, no esperemos al próximo verano para esbozar las mismas renuncias y no llevarlas a cabo, junto al presente está la vida. El futuro es nuestra propia compasión ante un tiempo incierto...

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