Más de lo mismo. Son tiempos obscuros, sin ventanas, con pocas perspectivas o ambiciones, ni efectos especiales. Nada de alharacas. Queda solo lugar para la imaginación, para la esperanza de que algún día la comarca de O Salnés recupere ese tren de los proyectos que se han quedado atrás, nunca en el olvido.
A alguno de los alcaldes aún les queda algo del romanticismo para velar por el interés de sus pueblos, de reclamar la solidaridad de todas las administraciones -son muchas- con el afçan de lograr una prosperidad que parece herida de muerte por los avatares políticos de Galicia, España, Europa y el mundo en general. Otros optan por el día a día, ese ostracismo administrativo en el que poco más hay que hacer más que resolver expedientes, cobrar las tasas en la medida de lo posible y presidir las procesiones o acompañar al pregonero de las fiestas.
Pero O Salnés necesita algo más. Son muchas las infraestructuras que faltan y que provocan que la comarca siga en el vagón de cola, sin que haya visos de inversión a corto, largo o muy largo plazo.
No bastan las sendas ciclistas o paseos marítimos como fórmula de progreso. Se necesita mucho más: mejores comunicaciones -autovía a Pontevedra, desdoblamiento entre Sanxenxo y O Grove, mejores enlaces interprovinciales-, mayores dotaciones en Educación, Sanidad o Justicia -bibliotecas dignas, museos con contenidos, cuarto juzgado-, apuesta por la industria -desarrollo de polígonos, defensa del comercio de proximidad y el turismo-, incorporación de nuevas tecnologías. Y mucho más.
Pero todos los proyectos dan en hueso. Tras la crisis de 2008, la casilla de La Oca es siempre la calavera o la celda. Un volver a empezar, un déjà vu permanente, como si no se quisiera o pudiera arrancar.
La verdad es que queda mucho por purgar tras los ictus políticos que impiden la formación de gobierno en España, la depresión germana y el arrebato inglés del Brexit. Y mientras tanto, en Galicia a la espera de los fondos de todas las instituciones. Y es que sin dinero, sin compromisos de inversión parece muy difícil emprender retos de futuro. El viento tiene que girar.