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En Barcelona, según los responsables del asunto, no ha aumentado la inseguridad, sino la percepción de inseguridad. Ya se sabe: temperatura, 20 grados; sensación térmica, 15. Hay una falta de correspondencia entre el mundo objetivo y la imagen subjetiva que nos hacemos de él. Donald Trump no es idiota del todo, pero tal es lo que se ha comentado en las cenas del verano. El navegador de un coche puede conducirte a una carretera muerta si no está debidamente actualizado. Significa que tiene una idea equivocada del exterior. Nos ocurre a nosotros cuando volvemos con la frente marchita al barrio de nuestra juventud: que hay calles que estaban y no están y calles que están y no estaban. No debe uno enfrentarse con recursos intelectuales antiguos a circunstancias nuevas, ni con juicios previos a situaciones inéditas. Pero lo cierto es que si tienes frío tienes frío, marque lo que marque el termómetro.

Percepción y realidad.

Nos pasamos gran parte de la vida levantando mapas sobre el entorno, cartografiando los espacios en los que nos movemos, ya sean físicos, morales, sentimentales o políticos. Pero no tenemos ni idea de en qué medida estas representaciones se acercan a lo representado. "Mi mamá me quiere", escribe, por ejemplo, en el cuaderno de caligrafía un niño que no tiene mamá. O que tiene una mamá que no lo quiere. Con frecuencia, el decalaje entre la realidad y su percepción se debe a la necesidad de que nos amen o de que nos protejan. Quizá, con las cifras en la mano, Barcelona es una ciudad segura, pero la gente no va por la vida con las cifras en la mano, sino con las imágenes del telediario en la cabeza. Quien dice las imágenes del telediario dice con las ideas imperantes acerca de esto o de lo otro. La idea dominante sobre los políticos es que nos mienten. Ahí no hay decalaje. "No se fíen de ninguno; de mí, tampoco", dijo Pablo Iglesias en la tele confirmando una sospecha general. Pablo Casado se ha dejado barba este verano, piensa uno que para confundirse más con Abascal. Para mí que es postiza, pues él parece imberbe. El corazón tiene razones que la razón ignora.

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