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"Teatro García Barbón", por favor

Hace muchos muchos años, en el siglo pasado, un feroz incendio destruyó el Teatro Rosalía de Castro, el multiusos por excelencia de la ciudad que albergó eventos musicales, dramáticos, circenses o las primeras películas eróticas de Meliés.

Tras el suceso, fue el bien conocido filántropo José García Barbón quien asumió en gran parte el coste de la construcción del nuevo gran auditorio de la ciudad. Igual que antes había hecho en otras múltiples donaciones, y muy especialmente con la espléndida Escuela de Artes y Oficios, una necesidad para el desarrollo profesional de los vigueses.

El proyecto se le encargó al ya célebre arquitecto porriñés Antonio Palacios, quien diseñó una original doble sala, con el local mayor en cota superior y debajo el menor. Todo un alarde estructural en el que también intervino el ingeniero Ramón Behamonte.

Palacios ya tenía una merecida reputación nacional tras sus grandes obras madrileñas como el Palacio de Telecomunicaciones o el Hospital de Maudes, esos impactantes edificios que han marcado la imagen del Madrid recogido por las películas que se suelen ver en Cine de Barrio.

Antonio Palacios, imbuido del espíritu ecléctico de la arquitectura de Vigo, se adaptó al medio, olvidó sus orígenes estilísticos vieneses y optó por una solución acomodaticia inspirada en la arquitectura parisina, tan patente en las fachadas viguesas. La referencia evidente es la Ópera de Garnier, el edificio más imitado de Europa desde su inauguración.

El nuevo auditorio García Barbón se dividía en dos grandes salas, la superior, accesible desde Policarpo Sanz y la inferior desde Marqués de Valladares. Con el tiempo ambas llegarían a ser cines: el García Barbón y el Rosalía de Castro. Vendría mucho más tarde la gran reforma del edificio de Desiderio Pernas, ya a finales de los setenta, con la oposición encarnizada de la entonces directiva local del Colegio de Arquitectos.

Pero esa larga historia tiene ahora una derivada que no satisface a casi nadie salvo a la entidad, bancaria por supuesto, propietaria del gran edificio: Se trata del nombre del auditorio más importante del centro de Vigo. Borraron en su momento, no sé por qué, el de García Barbón, sustituido por confusas y sucesivas denominaciones acordes con el azaroso paso de Caja de Ahorros a Banco.

Y así están las cosas. Ahora unos le llaman Abanca, otros A Fundación, otros el teatro de la Caja? y la mayoría, para que quede bien claro, recurren al clásico "García Barbón".

Muchos vigueses me dicen que es necesario recuperar el nombre original, y creo que tienen razón. Los teatros clásicos de ciudades normales de nuestro entorno tienen nombres sonoros y reconocibles: Losada, Colón, Principal? No el de un banco.

Pero esta reclamación viene de lejos, y creo que ya es el momento de que le devuelvan a García Barbón lo que es suyo.

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