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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Quien pueda ser el mejor

Exageración y repetición. Las dos en grado sumo ('ad nauseam' diríamos con mayor propiedad) son las características dominantes del quehacer mediático contemporáneo. Una forma de proceder que equipara lo banal con lo importante, sin referencias ni antecedentes. Hemos podido apreciar el fenómeno durante el pasado fin de semana con ocasión del inicio de LaLiga de fútbol profesional. En el Atlético de Madrid debutaba un jovencísimo jugador portugués, Joao Félix, por el que el equipo rojiblanco pagó al Benfica, su club de origen, 126 millones de euros. La enormidad del desembolso sorprendió inicialmente a la opinión pública porque se trataba de un jugador en el inicio de su carrera, con un escaso historial y un rendimiento todavía por demostrar, lo que hizo temer a muchos que pudiera acabar en una expectativa fallida como ocurrió antes con otras promesas a las que se auguraba un brillante porvenir. Por todas esas razones, la presencia de Joao Félix ante su afición en el primer partido oficial contra el Getafe despertó no poca curiosidad. Y lo cierto es que no defraudó.

Desde el inicio, su desempeño fue el propio de un jugador que "apuntaba buenas maneras" como suelen escribir los periodistas deportivos, hasta que en él se desató como protagonista de una larga jugada en la que combinó espectacularmente la velocidad con la técnica camino de la portería contraria. Y ninguno de los defensores a los que se enfrentó pudo evitar ser burlado hasta que el último de ellos, ya dentro del área, lo derribó provocando un claro penalti? En buena lógica debería haber sido él mismo Joao Félix el que se postulase para para convertir en gol la falta y así redondear la apoteosis, pero el otro delantero Morata que ya había conseguido uno quiso aprovechar la circunstancia para hacer doblete. Desafortunadamente lo falló, pero esa circunstancia no hizo disminuir el entusiasmo del graderío que se volcó en alabanzas hacia su nuevo héroe. Un coro al que se sumaron inmediatamente las cadenas de televisión pasando repetidamente imágenes de la jugada. Transcurridos unos días del acontecimiento, los desmesurados elogios continúan y hasta hemos oído decir a varios comentaristas que el jovencísimo portugués es el mejor jugador de toda la historia del Atlético de Madrid.

No ha lugar al aserto. Ni siquiera sería el mejor entre los jugadores de habla portuguesa que vistieron los colores rojiblancos. Antes de él tuvimos a Ramiro, un medio excelso, a Vavá, un campeón del mundo que formó delantera con Miguel, canario, Peiro y Collar, españoles, y Jorge Mendoza, o Mendonça, mozambiqueño de nacionalidad portuguesa, que jugó en el Deportivo, en el Atlético, en el Barça y en el Mallorca. antes de retirarse. Este Jorge Mendoza, o Mendonça, jugó junto a su hermano Fernando en el Deportivo para evitar que descendiese a la Tercera División. Tendría veinte años, procedía del Sporting de Braga, y ya era un prodigio físico dotado de una técnica exquisita. En el equipo madrileño y luego en el catalán dio un curso de bien hacer y yo (que lo vi en acción) me tentaría la ropa antes de aventurar que era inferior a este Joao Félix. Como tampoco lo debería de ser Futre que procedía de un Oporto campeón de Europa y fue ídolo reconocido de la hinchada rojiblanca. Por no hablar de Pereira, de Leivinha o de Dirceu. Las comparaciones siempre son odiosas.

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