El sábado pasado asistí al pregón del Cristo de la Victoria invitado por el alcalde de nuestra ciudad.

Abrió el acto la hermana mayor Marora Martín-Caloto que expuso su fe en el Cristo de la Victoria y presentó a Pedro Gil, pregonero de este año. La verdad es que yo, que he tenido la oportunidad de asistir durante muchos años a este pregón, debo confesar que el de Pedro Gil fue sin duda el mejor escuchado en este acto celebrado en el pazo Quiñones de León.

Este médico cirujano de origen salmantino, casado con una viguesa, dio una lección magistral de los orígenes del Cristo emergido del mar y sobre todo hizo una manifestación de fe en este Cristo redentor del ser humano.

A veces, los creyentes convencidos nos sentimos minoritarios y acomplejados y cuando uno ve a un católico convencido testimoniando su fe en ese Cristo obediente a su padre Dios que en un acto de amor ofreció a su hijo único para rescatar al ser humano del pecado, te llena de optimismo y entusiasmo.

Pedro Gil exaltó las grandes virtudes de la ciudad de Vigo, ciudad abierta y resultado de una mezcla de gentes venidas de muchas partes y destacando el carácter trabajador y serio del vigués.

Vigo es una ciudad de trescientos mil habitantes, pero en realidad es una ciudad de seiscientos mil si sumamos las muchas personas que vienen a trabajar a Vigo procedentes de mi pueblo, Redondela, Ponteareas y de los pueblos de toda la ría. Esta área no tiene límites, ha habido grandes emprendedores: D. José Fernández, fundador de Pescanova, D. Moisés Álvarez, creador del grupo Álvarez, pionero de la cerámica industrial, los hermanos Massó, venidos de Cataluña, grandes de las conservas gallegas, mi padre José Regojo, cuna de donde salieron algunos grandes de la moda española y gallega, D. Salvador Fernández Alvariño, los primos Arbones, grandes consignatarios y otros muchos más...

Hoy seguimos con grandes emprendedores: Julio Lloves Vieira y sus hermanos, Javier Touza, los hermanos Domínguez, Salvador Fernández Alvariño Ferro y otros muchos más...

Después de hablar D. Pedro Gil habló nuestro alcalde. D. Abel Caballero exaltó su gran Vigo y su creencia en la audacia del pueblo vigués.

Al día siguiente asistí a la misa de la concatedral que oficiaba nuestro querido obispo D. Luis Quinteiro. La basílica se quedaba pequeña y cientos de personas tuvieron que seguir la misa a través de una gran pantalla instalada afuera.

D. Luis nos dio una homilía muy profunda, exaltando ese Cristo de la Victoria muerto en la cruz por amor.

Nuestro alcalde estaba presente en la misa y en la procesión, también asistió nuestro presidente de la Xunta D. Alberto Feijóo. En la procesión iban juntos con gran regocijo del pueblo.

Desde primera hora de la mañana muchas personas con velas encendidas recorrieron el camino de la procesión de la tarde. Se calcula que más de cien mil personas participaron en esta procesión. La fe y la devoción no decaen y cada año asisten más gente.

Hay algunos que dicen que muchos de los asistentes a la procesión no pisan después la iglesia, yo les diría como padre de numerosa prole ¡qué alegría sentimos con las caricias de nuestros pequeños!

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