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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El avestruz

Ahora mismo, y a la vista de los datos que llegan cada vez con más frecuencia y que hablan de un creciente ímpetu de la oferta portuguesa para captar inversiones y ubicación, es tiempo de preguntar y preguntarse qué ocurre y por qué. Siempre, como ya se ha dicho, evitando la polémica: sólo para saber por qué los vecinos hacen lo que aquí no se consigue. O, en otra dirección, qué no hace la Xunta -y el Gobierno central- que sí hacen Lisboa y la región del Douro. Y ninguna de esas cuestiones, al menos en este lado de la antigua raia, tiene la respuesta que la propia importancia del asunto exigiría clara y contundente.

Conste que son ya muchas las referencias al dinamismo lusitano como para hacerle caso omiso. Han sido las reubicaciones de empresas que, en principio, tenían a Galicia como destino; a la vez, las ofertas de recortes de impuestos y facilidades fiscales; más tarde el anuncio de la simplificación burocrática. Y todas esas líneas de actuación se han visto muy eficaces para lograr sus objetivos. Tanto que -y FARO informó sobre ello- siete de cada diez municipios del norte portugués están ya en niveles de pleno empleo técnico; o sea, un paro de alrededor del 3,5%. Punto.

El último caso, quizá especialmente significativo, es el de la empresa auxiliar del naval "Emenasa". La firma viguesa anuncia la instalación de dos naves en el norte de Portugal, en concreto en Viana, creará una veintena de puestos de trabajo, y es la segunda firma de Vigo que se ubica allí en menos de dos meses. Habría que padecer un muy severo despiste o una inaceptable desatención para, con lo que está sucediendo, no formular la pregunta inicial. O sea, exigir información sobre lo que va a significar muy pronto -si no lo supone ya- un auténtico problema de competencia.

En este punto parece conveniente matizar que la opinión de quien escribe no pretende poner en cuestión el derecho que cada empresa tiene a situarse donde se lo permitan las leyes y reglas comunitarias y, en definitiva, la libertad de escoger las mejores condiciones. Es uno de los efectos del sistema económico que garantiza, en un marco determinado, una serie de actuaciones que se atienen a la norma: buscan beneficios legítimos y los países que las acogen, también. Lo que han de hacer sus competidores es mejorar las ofertas, siempre dentro de las reglas de juego.

Lo que sí procede reclamar es otra actitud de la Xunta de Galicia. Porque si no considera importante la apariencia de que el norte de Portugal se está llevando el gato inversor al agua, malo. Y si cree -equivocadamente- que existe aquí una corriente que compensa los logros de allí, peor. En todo caso, hay un dato que no por repetido y denunciado se corrige: la Consellería de Economía presentó un plan que -daba la impresión- se pensó para facilitar la llegada de inversiones a este lado del Miño. Preveía facilidades burocráticas y proponía la participación de los Concellos en ese campo y en el fiscal, sin que se haya sabido si está en marcha; y si sí, con qué resultados. Y ante semejante situación conviene recordar a quien corresponda que la táctica de meter la cabeza en un agujero no salva al avestruz de los leones.

¿Verdad...?

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