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Luis M. Alonso.

sol y sombra

Luis M. Alonso

Terrorismo doméstico

La Policía de Texas ha calificado la matanza de 20 personas en El Paso como un acto de "terrorismo doméstico". El asesino, un supremacista de 21 años, confesó que intentaba matar al mayor número de mexicanos posibles basándose en la peregrina idea de la invasión hispana y con el cínico argumento de que los indígenas americanos no se tomaron en serio a los blancos, y que esa fue la causa de su exterminio. Según su desquiciado punto de vista, a los blancos les pasará lo mismo por obviar la amenaza que viene de la frontera del Sur. Lo peor es que todo esto que forma parte de la diarrea mental de un miserable racista está en la incitación al odio que predica el presidente de Estados Unidos, que no tiene inconveniente en calificar de violadores y asesinos a los mexicanos. Crímenes de odio y discursos de odio no son sinónimos, la mayoría de los últimos no se consideran delitos pero pueden arrastrar, dependiendo de la circunstancia y del momento, a cometerlos. No es una casualidad la ola continuada de terrorismo supremacista.

El asesinato masivo que la Policía de Texas ha decido elevar a la categoría de terror doméstico cabe en la definición del terrorismo a secas, salvo que en su caso los actos violentos corresponden a ciudadanos o residentes permanentes del país en que se producen los crímenes, y los criminales no son miembros de organizaciones internacionales. Estados Unidos es el lugar del mundo idóneo para que prospere este tipo de violencia fanática ideologizada. El nacionalpopulismo alt-right ha florecido a la vez que los delitos de odio en la era Trump y están, además, los grupos racistas de siempre: odinistas, neonazis, skinheads y los supremacistas tradicionales del Klan. Como inspiración, al lobo solitario del El Paso le habrían bastado las palabras del presidente del país en que vive.Y estar armado.

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