Vuelvo al tema de ese supuesto arte "pop" que son las señales de género a la entrada de los aseos. Un amigo me envía una foto en la que, en trazo geométrico, se refleja la postura de hombres y mujeres en el trance (en el primer caso con chorrito incluido). Otro me habla del bar en el que cuelga un tornillo en el servicio de hombres y una tuerca en el de mujeres. En un restaurante de postín el propio nombre del establecimiento, en plural, va en masculino en una puerta y en femenino en la otra. No es raro el recurso, en el de hombres, a la desmesurada iconografía fálica de Oriente. Y esto ocurre ya en todo el mundo, por lo que es una moda global, que mezcla la búsqueda de estilo (como remedando a Joan Brossa), el ingenio más o menos sexista y con frecuencia la zafiedad. El problema es que mucha gente se vuelve loca tratando de descifrar el jeroglífico, y a veces en momento de urgencia.