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Luis M. Alonso.

sol y sombra

Luis M. Alonso

Un charlatán en Downing St.

La llegada del estrafalario charlatán Boris Johnson al 10 de Downing Street concuerda con una etapa de la Historia en la que los ciegos regalan su confianza a los locos para guiar el mundo, una época de líderes embaucadores y anestésicos frente a la perturbadora realidad de los tiempos. No hace falta escarbar mucho para saber cuáles son algunos de sus reclamos: invocan el patriotismo mientras se encargan de degradar a sus países a la vez que buscan en cada momento el enemigo idóneo para envenenar la voluntad de los suspuestos desposeídos por las élites. El johnsonismo incluye un espíritu optimista que Boris Johnson hizo debutar con éxito en la campaña del Brexit desplegando sus grandes dotes de bufón. Las técnicas manipuladoras las conocía desde que era periodista en Bruselas y se las arreglaba para retorcer la realidad en favor de las tesis más antieuropeas. Sigue en las mismas. Su primera promesa ante los tories que lo eligieron es culminar el Brexit antes del 31 de octubre, algo que es imposible cumplir. El Reino Unido podría cancelar sus obligaciones con el tratado europeo en esa fecha, pero no hay salida del acuerdo mientras la relación futura se mantenga sin resolver. Y, además, cuanto menos amistosa sea la separación, más duras resultarán en adelante las negociaciones para los británicos. Boris Johnson parece encantado de conocerse a sí mismo. Cualquier crítica o reproche por su carácter atrabiliario, lo toma como un cumplido al considerarse una persona por encima de las normas diplomáticas. Como ocurre con Trump, con quien se le compara, su fin estratégico es él mismo. El célebre precepto moral de Nelson, "Inglaterra espera que cada hombre cumpla con su deber", ha encontrado en el nuevo premier británico un antídoto.

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