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El casus belli del Concello frente a Casto Sampedro

El respetado erudito se negó a devolver la escritura prestada de la fundación del Hospital y luego trató de dar gato por liebre

La proverbial testarudez de Casto Sampedro Folgar resultó directamente proporcional a su reconocida erudición. Este segundo rasgo tapó siempre al primero a la hora de glosar su destacada personalidad y, sobre todo, de valorar su deslumbrante labor; una y otra fuera de toda duda. No obstante, la recalcitrante terquedad y la celosa actitud que mostró aquel hombre sabio en algunos momentos le jugaron malas pasadas y propiciaron situaciones muy desagradables en su entorno más cercano.

Bastante conocido fue el enfrentamiento directo entre Castelao y Sampedro -el primero a favor y el segundo en contra- a cuenta de la autonomía del Museo con respecto a la Diputación en 1930. Aquella herida abrió una dolorosa división entre los miembros del patronato rector y nunca cicatrizó bien, pese al esfuerzo colectivo.

Por el contrario, escasa resonancia adquirió entre 1916 y 1917 la disputa entre el Ayuntamiento de Pontevedra y el admirado investigador a cuenta de la escritura fundacional del Hospital do Corpo de Deus o de San Juan de Dios. Hasta la prensa de la época pasó por encima del asunto, seguramente por la admiración casi reverencial que suscitaba don Casto, y quizá por esa misma razón, la corporación municipal prefirió no hurgar en la herida abierta y el paso del tiempo acabó por diluir la cuestión sin una explicación final clara.

Manuel García Filgueira, probablemente el concejal más combativo que conoció el Concello pontevedrés en el primer tercio del siglo XX y que acabó ocupando la alcaldía desde poco antes del estallido de la Guerra Civil, fue quien planteó aquel casus belli contra el doctor personaje.

Casto Sampedro se había tomado más tiempo del debido en traducir el histórico documento y García Filgueira pensó que había llegado la hora de reclamar su devolución. Y la semana siguiente, el concejal Arturo Rey Juncal volvió sobre el mismo asunto no resulto aún, precisando que tanto la escritura señalada como otros documentos antiguos de propiedad municipal, estaban en manos del reputado investigador desde el año 1914. Por tanto, había dispuesto de margen suficiente para su obligado reintegro.

A don Casto le gustaba más un manuscrito que a un tonto un lápiz, con perdón por la vulgaridad, puesto que durante toda su vida hizo una ingente acumulación de valiosos documentos sobre la historia de Pontevedra como fruto de un trabajo ímprobo. Además de una reputación intachable, Sampedro estaba al frente de la Sociedad Arqueológica y ejercía como sempiterno diputado provincial en representación del partido monárquico, con el apoyo del marqués de Riestra y Alejandro Mon. Era casi un intocable.

Como un oficio del alcalde Luís Boullosa Mariño no obtuvo respuesta, el pleno municipal encargó una reclamación judicial al síndico Francisco Guiance. Pero una cierta dilación en el cumplimiento de aquel mandato provocó el enfado de Rey Juncal, quien pidió su renuncia si una "cuestión de compañerismo" condicionaba su actuación.

Guiance explicó entonces que Sampedro le había pedido un plazo de seis días para terminar la traducción del documento en cuestión, solicitud que el síndico había trasladado al alcalde. La corporación aceptó la petición, pero acordó que en caso de incumplimiento, Guiance interpusiese la demanda sin más dilación o renunciase al caso, y pasase su ejecución al otro síndico, Francisco Javier Vieira Durán.

Judicializado el asunto, el Ayuntamiento se encontró con la baja de los dos síndicos para acudir al acto de conciliación: Guiance no pudo asistir por encontrarse convaleciente de una operación quirúrgica, y Vieira solicitó su relevo en el caso por "amistad íntima" con Sampedro y también por ejercer como apoderado suyo. Ante semejante papeleta, el pleno municipal designó como representante al concejal Arturo Rey, impulsor del pleito.

La actitud de Casto Sampedro terminó por exasperar por completo a la corporación tras escuchar con sorpresa y consternación por boca de Rey y de Guiance el doble relato de su comportamiento reprobable e incluso indigno. El primero confirmó la inasistencia del investigador al acto de conciliación en sede judicial, y el segundo explicó que unos días antes trató de meterle gato por liebre:

Don Casto citó al síndico en su despacho con el propósito de devolver los documentos del Concello que estaban en su poder. Examinado el legajo por Guiance, comprobó que entre aquellos papeles no estaba el testamento en pergamino de Teresa Pérez Fionda, que el administrador del Hospital había cedido a Sampedro en 1909, según un recibo firmado por él mismo que llevaba consigo el representante municipal como prueba de la cesión formalizada.

Ante una tesitura tan comprometedora, Casto Sampedro no negó la autenticidad del resguardo. Pero puso la excusa de un trastoque entre tantos documentos como atesoraba y prometió otra búsqueda más minuciosa para su localización y entrega, cosa que tampoco hizo posteriormente.

En vista de semejante actitud, el pleno municipal facultó al síndico Guiance para interponer acciones legales contra el admirado arqueólogo en reclamación del documento en cuestión y nombró como abogado en representación del Ayuntamiento a Vicente García Temes.

A petición del concejal Rodríguez Castro, también se acordó la publicación de todo lo ocurrido en los periódicos de Pontevedra y Vigo para escarnio público de don Casto. Sin embargo, dicha acción nunca se llevó a cabo y la corporación no volvió a abordar el espinoso asunto. Es decir, que el reintegro del documento tuvo que realizarse de una forma muy discreta, sin luz ni taquígrafos tras un cambio de corporación.

En las semanas y los meses siguientes, Sampedro Folgar resultó elegido de nuevo diputado provincial dentro de una candidatura monárquica y salió a la palestra en defensa de la autenticidad de algunos documentos manejados por Celso García de la Riega en favor de su teoría del Colón español, aunque no ratificó su verosimilitud plena.

Una copia del testamento otorgado por Teresa Pérez Vionda el 15 de junio de 1493, que dio origen a la fundación de San Juan de Dios se encuentra actualmente custodiada en el Archivo Histórico Provincial desde el 30 de abril de 1942 dentro de un fondo documental sobre el citado hospital.

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