Qué catástrofe esta de los médicos de los centros de salud. La verdad es que deben tener muy buen ojo clínico para que los pacientes no se les mueran como pajaritos sobre la camilla. Determinar si alguien tienen una bronquiolitis, una insolación, un infarto o un ictus se convierte en un juego de Pasapalabra. Es que no tienen tiempo ni de escuchar el fonendoscopio o estudiar la gráfica del ecocardiograma. Raro que no confundan una prueba con otra y receten Apiretal a una viuda nonagenaria que sospecha una angina tras llorar a lágrima viva con las restantes plañideras en el moderno tanatorio. Mejor tener una lordosis de camello, que eso sí se ve.
Nadie niega el derecho de un médico a solicitar una baja, como el sepulturero tiene el suyo a ser enterrado. Faltaría más. También en verano se pueden pillar un constipado, pero tal como vienen las cosas no es bueno ni para el galeno ni para el enfermo. Por eso el Sergas debería tener previsión pues a los médicos no les atacó una epidemia como la de hace 101 años, aquella de 1918 que se llevó por delante a tantos hombres y mujeres de bien. El año pasado también hubo bajas pero las cubrían con sustitutos. Ahora superada la crisis, en Sanidade dicen que les falta dinero y que hay que bajar los costes de la salud, porque ya está bien de abusos de consultas, fármacos, pruebas y análisis varios.
El enfermo lo está simplemente porque no se ha cuidado en su momento. La campaña para el próximo año va a consistir en consejos para todos: No consuma mayonesas, duerma tapado con la sábana, deguste infusiones de cola de caballo, hágase un brebaje de limón y miel... Porque pagar horas extraordinarias es todo un dislate. Para algo están las citas horarias que puede usted solicitar por internet. Luego ya le responderán por el mismo conducto, básicamente porque así ni hay que pagar más personal y el que tiene que responder tampoco se pone colorado.
Ahora bien, la cita se le dará cuando corresponda. Si usted la recoge es que se ha curado y si no es así, algún familiar suyo hablará, quizás, de mala suerte pues 24 horas antes a lo mejor se habría salvado. Gajes del oficio.
