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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los relevos

Sin intención alguna de descalificar cuanto en democracia es legal, y por tanto está respaldado por la representación de la mayoría, parece legítimo también expresar opinión, incluso crítica, acerca de algunas peculiaridades. Por ejemplo, aspectos del procedimiento para el relevo de diputados y/o diputadas en circunstancias muy concretas. Excluidas desde luego las de fuerza mayor o las surgidas por decisión judicial con sentencia firme y cuantas se deriven de la libre voluntad de los relevados. Un matiz en apariencia redundante pero necesario para prevenir la mera conveniencia del relevante o la "disciplina" de los partidos.

La propia condición constitucional de sus señorías, para los que se establece el mandato no imperativo, las sitúa en la práctica como "propietarios" del acta correspondiente ya que no están obligados a realizar lo que se les quiera imponer, incluida la renuncia. Algo siempre opinable, sobre todo por la abundancia de "expertos" en buscarle tres pies al gato y en habilitar métodos que, desde el punto de vista de quien lo expone, distan mucho de la auténtica intención de los ciudadanos/as a la hora de ejercitar el derecho más democrático de todos, que es el del voto.

El sistema actual, con defectos y virtudes, se orienta a ejercer la libertad y fortalecer a los partidos políticos -en 1978, cuando nace la Constitución, venían de casi medio siglo de represión- pero también la libertad de los electos a través del mandato citado. Y así, la población elige a sus representantes por orden de lista numerada, de modo que "salen" los preferidos y quedan fuera los que no alcancen, a través de un reparto que sigue el llamado sistema d´Hont, respaldo suficiente. Y eso no se altera salvo los citados casos de fuerza mayor y/o libre renuncia, aunque ya se ve que quien hace la ley busca a veces el modo de eludir su letra.

Viene a cuento, la opinión, del episodio por el cual el diputado del PSOE por Pontevedra señor Losada cedió su puesto a don Gonzalo Caballero que, bastante después de las últimas elecciones -a las que compareció como número 5 de aquella lista- accedió a la secretaría general de ese partido. Planteó después su deseo de acceder al Parlamento, acceso que exigía la renuncia de alguno de los cuatro que le precedían en la candidatura. Y resultó ser el número 1, señor Losada, que se integró voluntariamente -dijo- como concejal en la lista que triunfó de forma absoluta en Vigo.

Quedó dicho que ese relevo es obviamente legal, pero también susceptible de opinión. Y la de quien la expone es crítica porque el procedimiento seguido, más allá de especulaciones inverosímiles, respeta menos la forma que el fondo. No es el primer caso, pero sí está entre los llamativos: un cabeza de lista que cede su puesto a quien no obtuvo respaldo por la ciudadanía pero que ahora es el jefe del relevado, "detalle" este que no puede pasar desapercibido. La incógnita que se suscita sólo se despeja con la declaración de ambas partes, y las dos tienen credibilidad. Pero en el mundo en que se mueven se manejan caben demasiadas "ópticas" como para lograr en apariencia la cuadratura del círculo.

¿O no??

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