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Las pachangas del Chacaritas

Futbolistas pontevedreses formaron desinteresadamente aquel equipo veraniego donde gastronomía y diversión se dieron la mano en los años 50

Fútbol, gastronomía y diversión; sobre todo diversión. En eso no tuvo rival. Esas tres actividades constituyeron los pilares del Chacaritas CF. Una comunión perfecta entre jugadores y aficionados caracterizó a este club de la etapa pretérita del fútbol en Pontevedra, que tuvo a gala no participar en ninguna competición oficial. Cada vez que asomaba el verano, el equipo entraba en liza para enfrentarse a cualquier rival.

De inequívoca reminiscencia argentina, el Chacaritas surgió a principios de la década de los años 50 por obra y gracia del inefable Ángel Agrasar Vidal. Este forofo del fútbol cumplimentó allí un largo bachillerato como aprendiz de presidente. Luego pasó a la universidad que fue el Pontevedra CF para completar su formación y culminar un doctorado cum laude por el ascenso del equipo granate a Segunda División, que enloqueció a todo el mundo.

Aquel gol de Guillermo que hizo historia en el partido decisivo contra el Burgos en La Puentecilla (León), forma parte imborrable de la memoria viva de muchos pontevedreses. En cambio, nadie recuerda que al frente de aquel Pontevedra triunfador estuvo Ángel Agrasar Vidal.

Aquel magnífico equipo se nutrió, sobre todo, de futbolistas de Pontevedra y Marín, para jugar solo encuentros amistosos o benéficos. Sus nombres deportivos apenas dicen nada sesenta años después. A saber: Valiente, Milucho, Foro, Zúñiga, Toranzo, Pacolín, Español, Quico, Peón, Lito, Cuco, Costas, Pintos, Chicho, en los primeros años. Y más tarde Lestón, Agulla, Tobal, Rianxo, Guillermo, Bazán, Masito, Segundo, Lianzo, Gago, etc.

Las épocas de inactividad de los clubs de aquellos jugadores eran cuando disputaba sus partidos allá donde recibían la invitación correspondiente. El resultado del partido contaba poco; solo importaba pasarlo bien jugadores y aficionados, en aquellas pachangas irrepetibles.

Además de la inestimable colaboración de Benjamín Solozano para formar la alineación de turno, contó Agrasar con el apoyo incondicional de una nutrida peña de comerciantes y empleados de probada vocación juerguista. Entre otros, Carlos Peláez, Melero, Alberto Castiñeiras, Javiña, Enrique Guiance "Tamburini", Pacheco, Arturo Martínez, Riveiro, Fonseca, Luís Varela "Virutas", Benigno Pajariño, etc. Y Celestino Iglesias Dapena, quien de vez en cuando escribía la crónica del partido bajo el seudónimo de Persifal.

El domingo, 14 de octubre de 1951, el Chacaritas debutó en el campo del Flavia de Padrón con una victoria por 2-3 sobre el conjunto anfitrión. Las crónicas periodísticas destacaron la buena impresión causada por aquella selección tan bien conjuntada entre todas sus líneas.

Entonces Agrasar sacó pecho en nombre de su equipo y efectuó un reto público por medio del FARO para enfrentarse a otros equipos cercanos, como el Noya, el Arcadia y el Barraña; un desafío que hizo extensivo a cualquier otro conjunto de similar categoría. Pero ninguno respondió, quizá porque se echó encima la nueva temporada 1951-52 y faltó tiempo.

Entre la primavera y el otoño del año siguiente, el Chacaritas ya disputó numerosos encuentros en toda Galicia y disfrutó al máximo de su particular leit motiv: fútbol, gastronomía y diversión.

Especialmente festivos resultaron sus desplazamientos hasta A Estrada, en donde el combinado pontevedrés fue siempre muy bien acogido, y en donde nunca faltó el piscolabis final. Jugadores y aficionados compartieron un gran autocar en su primer desplazamiento (algo que luego se convirtió en habitual). Así comenzaba el jolgorio con cánticos y chanzas entre unos y otros, sin faltar la empanada de Abilleira y el vino de Pinarejo en el zurrón.

El duelo inicial entre el Estrandense y el Chacaritas en el campo de La Bayuca, contó con el aliciente para el vencedor de la Copa Antiquary, un trofeo de plata donado por Manuel Constela, representante local de un coñac del mismo nombre, hoy totalmente olvidado. El partido resultó muy entretenido, porque hubo muchos goles y terminó con empate 4-4. El mal arbitraje no ensombreció el cálido ambiente. Todos lo pasaron bomba con la merienda final que corrió por cuenta del club anfitrión.

Y para deshacer aquel empate y entregar la copa al vencedor, los dos equipos volvieron a citarse un mes y medio después durante las fiestas de San Antonio. En esta ocasión hasta se designó una madrina, Carmen Valcarcel, quien realizó el saque de honor entre los aplausos del público que llenó La Bayuca. Y quiso el destino que Estradense y Chacaritas volvieran a empatar, esta vez 3-3, una circunstancia muy comentada durante el refrigerio que compartieron en el Bar Moderno.

El reto lanzado por Agrasar dos años antes fue recogido en 1953 por el Barraña, de Boiro, y el duelo se saldó con un triunfo del Chacaritas 2-4. Esa derrota suscitó un partido de revancha, que concluyó con victoria del conjunto local 2-1, aunque el equipo pontevedrés disputó la segunda parte en clara inferioridad numérica, con solo nueve jugadores.

En general, el Chacaritas contó sus partidos por triunfos, salvo en ocasiones muy contadas. Nunca sufrió una goleada y gozó durante toda la década de un prestigio bien ganado en Galicia.

Entre sus participaciones benéficas no faltó su colaboración con la Campaña de Navidad, que año tras año se llevó a cabo en Pontevedra con un apoyo masivo. En 1956, un combinado de jugadores pontevedreses con el Chacaritas por medio, jugó un encuentro amistoso con el Celta, que acabó con empate 2-2. Y precisamente contra el equipo vigués disputó el Chacaritas uno de sus partidos más sonados en homenaje al legendario futbolista local Foro el 10 de marzo de 1957, que finalizó con la victoria céltica 1-3.

El nombramiento de Ángel Agrasar como presidente del Pontevedra en la temporada 1957-58 dejó en segundo plano su dedicación al Chacaritas, que languideció sin remedio. El club granate acababa de descender a Regional y nadie quería ponerse al frente, hasta que él dio un paso adelante y comenzó a forjar su particular leyenda.

Tras una inactividad total, el Chacaritas reapareció el 19 de junio de 1960 para disputar un encuentro con el club más amigo, el Deportivo Estradense. Aquel fue su último partido antes de su desaparición irremediable.

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