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Un programa televisivo de gran interés humano

El éxito de "¡Boom!" en tiempos de tribulación política

No será difícil que el desagradable momento que vivimos en política tenga algo que ver, a modo de catarsis, con el éxito de los concursos en televisión. El apoteósico final del último el pasado lunes con cuatro millones y medio de espectadores ha tenido un inusual impacto popular por sus características, su cuantía y sus aspectos humanos sin duda interesantes.

Lo específico del propio "¡Boom!", así expresivamente llamado, y la personalidad del grupo ganador, han contribuido a suscitar un impacto popular sin precedentes y de algún modo digno de considerar. Para empezar, el programa ha batido la marca mundial e histórica en la cuantía de todos los premios habidos y por haber, más de seis y medio millones de euros en bruto para los ganadores.

Mejor dicho menos porque también se llama a la parte el Estado que se lleva la parte del león, casi la mitad. La Hacienda pública, pues, entra en el juego, con la particularidad de que siempre gana. Mejor es decir que se trata de un concursante privilegiado porque jamás arriesga y por lo tanto nunca pierde. Un ingreso público tan particular que incluso no puede ser presupuestable por su carácter aleatorio y azaroso.

Comentando todo esto en la tertulia del café con deseable y aún forzada ortodoxia fiscal, he hallado un argumento a favor de los hechos consumados. Es este: dando por asumido que Hacienda somos todos, no se puede negar que si se llama a la parte, como es el caso, algo nos toca a cada uno de nosotros.

Otra cosa será la cuantía que, a primera vista, parece la confiscación de casi la mitad del premio que ganaron los cuatro de la fama: Erundino, Valentín, Manu y Alberto. Cinco, si contamos un concursante prematuramente muerto, el bueno de José Pinto, simpático aldeano ilustrado y siempre de buen humor cuyo inesperado deceso hizo llorar en escena a alguno de sus compañeros. Cómo no destacar también a Juanra Bonet, hábil conductor del programa, alma del mismo y "showman" de reacciones espontáneas. Más de dos años, pues, de diversión, cultura, ejemplaridad y hasta interés humano, sentimiento, muerte, risas, abrazos y lágrimas en escena de los propios protagonistas.

Largo tiempo de programa que da cuenta de su interés, algo estirado para mi gusto por la casi ausencia de contrincantes a la altura del cuarteto concursante. No obstante, los cuatro "Lobos", por su cultura, su actuación y la ejemplar humanidad que dejaron traslucir a través de centenares de programas en horario estelar, además de conseguir el mayor bote de la historia en la televisión mundial, ha hecho fraguar sin duda una firme amistad entre cuatro personas de otras tantas regiones de España.

Cinco historias humanas diferentes e interesantes, con sus luces y sombras, dolores y gozos, con un final de aparatosa espontaneidad humana. Un acierto, pues, de la empresa de televisión que ha sabido rentabilizarlo y un espectáculo televisivo didáctico que ha servido a muchos de derivativo en tiempos de tribulación política.

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