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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los minifundios

Hoy por hoy casi nadie duda de que entre los grandes males del rural gallego está el de la estructura de su propiedad. Si no en el total del territorio, desde luego en una buena parte, padece eso que ha dado en llamarse literalmente minifundio, pero cuya definición, a partir de esa primera, podría aplicarse a otros conceptos. Incluyendo, desde luego, el microfundio tradicional que motivan todos los demás, desde el económico al social pasando, aunque no se sabe bien si son causa o efecto, hasta el cultural e incluso el laboral. De ahí la importancia que reviste la decisión de la Xunta para ceder tierras sin dueño a la comunidad.

En estos días se ha conocido por FARO una estadística que más parece una radiografía de esa "enfermedad" que ahora busca remedio. Aporta un dato que refleja el daño inicial: Galicia tiene una larga serie de linderos cuya longitud total alcanza 1,3 millones de kilómetros. Una cifra equivalente a la que significaría dar 33 veces la vuelta a la Tierra y que, al menos en opinión de quien escribe, habla por sí sola. Junto a Castilla-León, este antiguo Reino ha de resolver ese jeroglífico si quiere, de una vez y de verdad, prosperar con equilibrio territorial y económico.

No se trata, al comentar esos datos del Catastro, de imputar a un gobierno en concreto, o a varios, por la responsabilidad de ese mapa. Dos de ellos hasta ahora, tanto el central como la Xunta, han desarrollado planes de concentración parcelaria y de otros tipos que, como es evidente, no han logrado aún los objetivos que pretendían, y eso que pusieron en la tarea a bastantes de los mejores expertos que hay aquí. De modo que algo más hay, debajo, encima o al lado, que impide convertir el agro gallego en un elemento de rentabilidad económica suficiente como para -y sería objetivo prioritario- fijar población.

Dicho todo lo anterior, conviene no olvidar un dato. Además de los que puedan referirse a las dimensiones mínimas necesarias para alcanzar un rendimiento económico aceptable, parece necesario articular a largo plazo acciones sostenidas -y sostenibles- que resuelvan la mayor. Y entre las críticas que, no siempre sin razón, se han vertido años atrás hacia la Xunta ha estado su aparente falta de vocación para las grandes tareas a plazo largo. Es posible que ese defecto, si existe, se deba también a la poca capacidad para llegar a pactos, pero no es disculpa.

Por eso ahora, cuando la Consellería de Medio Rural aborda desde el consenso y a largo y medio plazo varias cuestiones, es la oportunidad para atacar ésta. Sin prisa, porque hay que convencer a un país entero, pero sin pausa ya que no queda mucho tiempo para cambiar en la medida de lo preciso el camino que se ha demostrado inútil. Y pensando en el futuro pero también en el presente, de ahí la importancia de la decisión de abordar la cuestión de las fincas "sin dueño": el minifundio, más que una mera propiedad minúscula, suele significar una mayor pobreza. Y en verdad no está, en absoluto, esta tierra para permitir que se consolide esa realidad que -también- la separa la prosperidad.

¿ Eh??

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