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Tribuna libre

Una visión de la mujer en "O Novo Testamento"

En el año 1975, la editorial SEPT, cuya cabeza más visible era el notario Alfonso Zulueta, encargó a varios biblistas la traducción del Nuevo Testamento al gallego, a partir de los originales griegos. Entre estos estaba el sacerdote orensano Francisco Pérez Santalices, quien me invitó a colaborar, para solucionar problemas que surgen cuando se traduce un texto con un origen humano y divino. Fue así como, además de recordar mis conocimientos de griego recibidos en el Instituto Rosalía de Castro con Isidoro Millán y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad con Manuel Rabanal, pude introducirme en un campo reservado, preferentemente, a biblistas y teólogos.

Al citado biblista, se le adjudicó la traducción de Hebreos, 'I y II de Pedro', 'I, II y III de Juan' y el Apocalipsis. Como consta en la 'Introducción' (pág. 25) se siguió "la edición ALAND-METZGER"; otro original consultado fue el de HENR. JOS. VOGELS, Novum Testamentum. Graece et latine, de la editorial Herder, Friburgo, 1955 (4ª edición).

O Novo Testamento se acabó de imprimir en los talleres de 'Artes Gráficas Galicia, S.A'. (Vigo) el día 24 de diciembre de 1979. En el Índice se distinguen estos apartados: O EVANXELIO, OS FEITOS DOS APÓSTOLOS, CARTAS DE SAN PAULO, CARTAS CATÓLICAS, O APOCALIPSE y el ÍNDICE TEOLÓXICO CONCEPTUAL (págs. 731-755), donde, bajo la palabra-entrada Muller se sintetizan pasajes de su presencia en la vida de Jesús (pág. 752). La primera glosa destacada en este apartado es la siguiente: "a postura positiva e de estima de Cristo ante a muller no Novo Testamento é un dos rasgos mais indiscutibles da historicidade dos evanxelios e unha das características típicas de todo o Novo Testamento" ( pág. 741).

Uno de los principios para un filólogo es que cualquier texto transmitido oralmente presenta rasgos comunes y los 27 libros del Nuevo Testamento no están fuera de las características de textos jurídicos como las regulae iuris (´reglas del derecho´) a las que el emperador Justiniano (482-565) consagró el título XVII del libro 50 del Digesto, recibidas por los autores de las compilaciones canónicas medievales. Fenómenos semejantes se observan en la historia de la lengua ( Fuero Juzgo) o la literatura ( Cantar de Mío Cid, El Libro de Buen Amor...). Lo más frecuente es que presenten variantes entre las diversas copias o varias redacciones, que pueden tener su origen en los autores, en los manuscritos, en los códices o en los amanuenses.

Otro aspecto fundamental es que el investigador tiene que situarse en la época en que fueron elaborados; sus destinatarios y las circunstancias sociales y políticas de la época (los niños, como la mujer, en el aspecto religioso-legal, eran menospreciados en el ambiente judío), ya que se habla para los conciudadanos del autor y para los posibles 'oyentes' de unas normas jurídicas, los jueces, un cantar de una gesta, un relato o, en este caso, una doctrina religiosa. En el Nuevo Testamento tenemos que pensar en la lengua en que fueron escritos (griego, arameo o una lengua semita).

Por si la mención a estos postulados no fuese suficiente, conviene aclarar que no estamos ante una biografía, sino ante una doctrina transmitida oralmente. Sin embargo, cada evangelista ( Mateo, Marcos, Lucas y Juan), conserva su personalidad y su estilo. Los tres primeros presentan unas características semejantes tanto en la línea cronológica de los hechos como en la misma concordancia de muchos pasajes. Juan, que escribe a finales del siglo I, muestra unas características propias.

Evangelios Sinópticos

Mateo es cronológicamente el primero de todos los evangelistas, escribe en Palestina para los judíos convertidos; la fecha de la traducción al griego (el original estaba en arameo) se sitúa en torno al año 80; construye cinco grandes discursos dirigidos a los pobres y perseguidos. Marcos es un judío perteneciente al mundo griego; se redacta posiblemente antes del año 70 y escribe para los gentiles convertidos. Lucas era un hombre culto y conocía el griego. Escribe en torno al año 70 para los gentiles convertidos y para los judíos-cristianos; destaca por su profundo sentido social (los pobres son los amigos y preferidos de Jesús). Juan, el más joven de todos los apóstoles, escribe probablemente en Éfeso, a finales del siglo I (en los años 80 o 90).

En Mateo, Jesús habla con las mujeres y las cura (la suegra de Pedro, la hija de Jairo, una mujer con hemorragias, la hija de una mujer cananea), no censura que una mujer le unte la cabeza con un perfume (preparaba su cuerpo para la sepultura). Muchas mujeres que lo habían seguido desde Galilea, entre ellas María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo están junto a la cruz. Cuando le dan sepultura, vuelven a aparecer sentadas frente al sepulcro. María Magdalena y la otra María reciben el mensaje de que había resucitado y corren para comunicárselo a los discípulos.

Pasajes casi idénticos se repiten en el texto de Marcos (Jesús cura a la hija de 12 años del jefe de la sinagoga). Elogia la generosidad de la viuda pobre. Cuando es crucificado junto a la cruz están las mujeres, mencionadas por Mateo y otras muchas que lo seguían y habían subido con él a Jerusalén. De nuevo leemos que María Magdalena y la otra María reciben el mensaje de que había resucitado y se lo comunican a los discípulos. Jesús resucitado se aparece a María Magdalena.

Lucas escribe el evangelio "de los pobres". Se dirige a la gente culta de habla griega y evita los semitismos. Encontramos pasajes semejantes a los anteriores: Jesús devuelve a la vida al hijo de una viuda; a una mujer, conocida como pecadora, la perdona; lo acompañan muchas mujeres que habían sido curadas como Juana y la mujer de Cusa, administrador de Herodes. Visita a Marta (la hacendosa) y a María (que escucha las palabras de Jesús). Cura en sábado a una mujer poseída de un espíritu inmundo desde hacía 18 años; singular es la parábola de la mujer viuda y un juez inicuo o el elogio de la limosna de la viuda pobre. En la crucifixión, al lado de la cruz están las mismas mujeres señaladas por Mateo y Marcos, y también en la resurrección.

Juan no parece vinculado a ningún autor determinado, se dice que pudo ser un discípulo que da testimonio de lo que vio. Ello no obstante, se sostiene que debió de ser Juan, el hijo de Zebedeo, pudo morir en Éfeso en torno al año 96; su evangelio es "histórico-teológico". En las bodas de Caná (por mediación de su madre), transforma el agua en vino; habla con la samaritana (había tenido cinco maridos y el que ahora tenía no lo era). Perdona a la mujer adúltera (según la Ley de Moisés debía de ser apedreada). Resucita a Lázaro, hermano de Marta y María. Las mujeres vuelven a ser testigos presenciales en la Pasión (al pie de la cruz están su madre, la hermana de su madre y María Magdalena), y en la resurrección. Jesús se aparece a María Magdalena.

En el Apocalipsis, la Iglesia se presenta bajo una imagen de mujer: "una mujer revestida de sol con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre la cabeza".

Epístolas paulinas

Pablo ( Saulo, su nombre en hebreo), nace después del año 10 de nuestra era, posee una sólida formación griega, con una sólida cultura bíblica y hablaba arameo. En los años 46 a 58 emprende un amplio plan misionero. Sus epístolas están dirigidas a comunidades concretas y a necesidades muy definidas, ligadas a su época y a su circunstancia, que precisan interpretación para ser entendidas.

A los Tesalonicenses les escribe en el año 51 para reprobar la degradación moral. A los Romanos, en el año 58, para desaprobar las injusticias, la maldad, la perversidad, la depravación, las orgías, la prostitución y recordarles los deberes de los cristianos (las mujeres tenían unas funciones propias en la primitiva comunidad).

En la I Carta a los Corintios (Corinto una ciudad famosa por su cosmopolitismo y por la inmoralidad), censura los escándalos de la comunidad (el incesto, la indecencia, el libertinaje) y da respuesta a cuestiones planteadas por los ciudadanos. Famoso es el himno a la caridad ( charitas en latín) o al amor-caridad: "Aunque tuviese el don de la profecía y conociese todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviese tanta fe que trasladase las montañas, si no tuviera caridad, nada soy [...] Ahora permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y la caridad, pero la más excelente de ellas es la caridad" ( La Santa Biblia. Ediciones Paulinas, 1964, pág. 1344).

En la Carta a los Colosenses da orientaciones sobre el matrimonio y la virginidad y normas para las asambleas litúrgicas. Hay un pasaje, que, inexcusablemente, debe ser interpretado en relación con otros fragmentos y en el contexto de la época: "Mujeres estad sumisas a vuestros maridos. Como conviene en lo que mira al Señor. Maridos, amad a vuestras esposas y no seais ariscos con ellas". Finalizamos con la Carta a los Gálatas, escrita en los años 54 a 56 , en la que proclama la igualdad entre hombre y mujer: "No hay judío, ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, pues todos vosotros sois uno en Cristo Jesús".

* Catedrática de Universidad

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