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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La oposición útil

Ahora que, por lo que se ve, buena parte de la observancia política y postelectoral tiene decidido ingresar en el mester de la profecía con referencia al 2020, es posible que algunos partidos inicien a su vez lo que llaman estrategia lejana. Y en ese marco, no estaría de más, si lo hacen, que fijasen atención en cuanto, además de a ellos mismos, pueda interesar a la gente del común. No tanto, conste, para dentro de año y medio cuanto para pasado mañana. Y se deja un día de margen -que puede ser mucho para muchos- a fin de que digieran y reposen las estrategias.

Siempre desde una opinión personal, parece muy probable que la meditación inicial habría de ser sobre el modo en que los derechos de aquellos que perdieron las elecciones -aún ganándolas, pero esa es la historia ya tan conocida como debatida- sean al menos tan respetados como las de las que las ganaron aún perdiéndolas. Por un motivo de justicia: en democracia, quienes gobiernan han de hacerlo para todos, y eso significa que no se puede excluir a nadie argumentando cualquier tipo de motivo salvo, claro, el especificado por las leyes para casos de delito.

Dicho eso, y ajustándolo a una realidad que demuestra que las intenciones "del día siguiente" -proclamas de quien llega al poder, que recuerdan las homilías en pro del Amor Fraterno- no se cumplen casi nunca, habrá que encargar la tarea de vigilancia a la oposición. Tarea que por cierto, es la que le encomienda la ley, y que debiera ejercerse no tanto en defensa de los partidos derrotados o expropiados cuanto del conjunto de sus votantes y que se olvida con demasiada facilidad. Y este "desvío" es seguramente el quid de varias cuestiones de primera fila.

La primera es, sin duda, que una buena oposición, ejercida desde el pinto de vista del interés general, es el mejor procedimiento para asentar las posibilidades de llegar a algo más satisfactorio, que es el gobierno. La actualidad está repleta de ejemplos de que eso es así, pero que ha de hacerse bien: la mayor parte de las grandes ciudades gallegas cambian de persona y/o de siglas, lo que parece refutar la tesis de que una buena oposición es la llave del poder, pero este antiguo Reino es la excepción que confirma la regla. Aquí, la izquierda se las arregla si suma lo bastante, y el PPdeG, sin hábito opositor, queda al pairo.

Hay, en el oficio político, un principio que suele aceptarse como hecho: a un gobierno local que lo haga medianamente bien, es muy difícil sacarlo de donde está. Partiendo de eso, al PPdeG, que es la oposición en todo el mundo urbano y gran parte del provincial, le toca superar en su ejercicio a los adversarios y dibujar una actitud útil, con alternativas creíbles y bien argumentadas, sin tópicos ni nostalgias del pasado casi inmediato, por positivo que fuese; tanto que le permita, llegada la hora, ofrecer a los votantes algo que al menos les interese. El problema es que, en estos primeros días de andadura, no parece haber dado con la tecla. Y el refrán advierte de que "camarón que se duerme, se lo lleva la corriente".

¿Eh??

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