Habría que saber exactamente el desprecio del que fueron objeto los negociadores socialistas para levantarse de la mesa y provocar, además, una reacción tan airada de ACE respecto a unos socios potenciales que se resisten a entrar en un gobierno en una posición de inferioridad. Si Pedro Sánchez acuñó aquello de un gobierno de cooperación, Xosé Manuel Pazos hizo lo propio con un gobierno proporcional. La experiencia acumulada estos cuatro años lleva a ACE a mantener posiciones duras. Recuerda cómo fue "apuñalado" por el BNG en un pleno donde se debatía una cuestión tan importante como el Plan Xeral o como Asemblea pola Unidade (ahora Avante!) se las hizo pasar moradas en varios plenos, evidenciando el famoso trigobierno, con el que el Partido Popular había bautizado al ejecutivo de coalición de Cangas. El PSOE parece haberse traído aprendida la lección de casa y para nada hace ascos a un alcalde con mayor protagonismo en la coordinación de áreas, al tiempo que toma cumplida venganza. Está claro que es un plato que se sirve bien frío. Y cuatro inviernos fueron suficientes para presentarla fría como la hoja de un cuchillo. El PSOE sabe quién los dejó fuera hace cuatro años de un gobierno cuatripartito y condenó a la oposición a un partido herido y al que algunos querían dar la puntilla. Ahora son los socialistas esos que tienen memoria los que hacen valer sus sorprendentes resultados electorales en las municipales. Da igual que las luchas internas continúen, que Ana Belén esté desaparecida o emboscada: hay un batalla que ganar. Eso une más que separa. Es cierto que ahora se sigue dando espectáculo. Pero mejor ahora que en medio del mandato. Se quiere ofrece la imagen de un gobierno fuerte, cohesionado, sin más protagonismo que los necesario. Después de cada gobierno de coalición de izquierdas vino otro del Partido Popular y con mayorías absolutas. Esta vez solo lo impidió la división de la derecha. Eso lo sabe Xosé Manuel Pazos. También lo sabe el PP. Por eso ahora está callado.
