El sectarismo, en política, suele provocar contradicciones difíciles de justificar, las cuales deberían suponer un problema para la persona que cae en ellas. Al menos, claro, que dicha persona reconozca abiertamente que es una sectaria, en cuyo caso ya sabríamos que la clave del asunto es la perspectiva: depende de cómo, dónde y cuándo, pero sobre todo a quién. Los míos o los tuyos. Sabemos que esto no ocurre con frecuencia. Incluso los más fanáticos tienden a hacer gala de una independencia impecable. No es casualidad que el lema oficial de Fox News sea "Fair and Balanced" [justo y equilibrado], aunque esta cadena de televisión, desde sus orígenes, se ha caracterizado por exhibir un acentuado sesgo conservador y, en los últimos años, algunos de sus programas podrían ser descritos como auténticas obras maestras de la propaganda presidencial. Las estrellas de Fox les dicen habitualmente a sus leales espectadores que las otras televisiones (CNN y MSNBC) no hacen periodismo sino activismo, mientras que el canal de Rupert Murdoch procura transmitir información con la mayor objetividad posible y "contar la verdad".

Hay palabras, como "objetividad", "democracia" y "libertad", que son demasiado eficaces como para entregárselas al adversario. Existe una necesidad de acercarse a ellas y poseerlas. Otra cosa es que su uso, en ocasiones, genere fenómenos extraños. Todo es, como decíamos, una cuestión de perspectiva. Hay gente, por ejemplo, que piensa que la mejor manera de lidiar con la crisis catalana sería convocando un referéndum "pactado" y "vinculante", pero les indigna el Brexit y la campaña de desinformación que se llevó a cabo los días previos a la consulta, así como la manera en que se azuzó el fantasma de la xenofobia desde el bando que pedía que Gran Bretaña saliera de la Unión Europea. Esa misma gente, que critica la inacción del Gobierno español, también cuestiona, y con razón, las motivaciones de David Cameron, quien decidió arriesgar el futuro del país a costa de su supervivencia política, proponiendo una solución simple (sí o no) a un problema complejo profundamente contaminado por el contexto socioeconómico del momento y la rabia generalizada que había emergido con éste. Técnica y filosóficamente, el referéndum presenta los mismos dilemas en ambos países, y quienes desean independizarse, ya sea de un estado o de una organización supranacional, apelan a la "democracia" y a la "soberanía". De nuevo, las palabras adquieren significados distintos dependiendo de quien las pronuncie, si se trata de Nigel Farage, Boris Johnson u Oriol Junqueras.

Algo parecido ocurre con algunas formaciones políticas que ahora promueven la acogida de refugiados, en defensa de "la vida y la dignidad de las personas", después de haber observado impasibles cómo huían de su tierra centenares de ciudadanos tras recibir amenazas de muerte, o con los que "desinfectan" la calle con lejía cuando pasa por ella un grupo de discrepantes. A todos ellos parece unirles la pasión por la libertad y la democracia, por la solidaridad y la defensa de los derechos humanos. Suena raro. Parece una broma. Como cuando en Fox News aseguran ser imparciales. Pero no. Lo dicen muy en serio.