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Antonio Rico

Guerra al calor

El pasado miércoles, La 2 Noticias abrió su informativo con un análisis de la peligrosísima deriva chiflado-paranoica que inunda los despachos estadounidenses y rusos donde se cuecen las decisiones que nos afectan a todos y que, si no lo remedia la ciudadanía en su acción democrática, nos conducirá a una nueva escalada nuclear, un regreso a la guerra fría y un retorno de las películas inspiradas en el horror de la guerra atómica. Ese mismo miércoles, el telediario de La 1 comenzó con un larguísimo análisis de la ola de calor que nos ataca en verano, dedicó su parte central a esa misma ola de calor, y finalizó con un exhaustivo resumen del caluroso día veraniego que obligó a la ciudadanía a procurar no hacer deporte en las olas centrales del día, beber mucha agua y buscar la sombra. La guerra nuclear y la ola de calor. ¿A quién le importa el aumento de las armas nucleares y el entierro controlado de los tratados que limitan ese armamento nuclear? A las Noticias de La 2. ¿A quién le importa el calorazo a finales de junio? A La 1. Somos humanos y, por tanto, nada de lo humano nos es ajeno. Pero del mismo modo que es difícil entender que Paula Sainz-Pardo no conceda en la 2 ni un segundo al calor del verano, no comprendo el desdén de La 1 hacia el calor de la guerra atómica. ¿Se puede luchar contra el calentamiento global y contra las armas nucleares? Por supuesto. Decía Stephen Hawking que incluso la gente que afirma que no podemos hacer nada para cambiar las cosas, mira antes de cruzar la calle. Incluso los que dicen que no podemos hacer nada contra el calentamiento global y contra la chifladura atómica tienen planes de pensiones o una lista de libros para leer con calma cuando se jubilen. Y algo que podemos hacer es exigir a La 1 que informe de los desafiantes cruces de miradas nucleares entre estadounidenses y rusos, y animar a La 2 para que, de vez, en cuando, nos trate como a vecinos que comparten un viaje en ascensor y comente que hace mucho calor y que así es difícil dormir por las noches. Un apocalipsis nuclear tiene sitio en La 1 y un infierno de calor tiene un lugar en La 2. Así, cuando crucemos la calle por un paso de peatones, todos miraremos a la izquierda para parar las armas nucleares y a la derecha para tomar medidas contra el calentamiento global. El futuro nos atropellará, pero que no sea por no mirar en los telediarios lo que hay que ver.

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