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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Los cuervos de Castroviejo

Leo el extracto de un libro del profesor Boria Sax sobre la vida y costumbres del cuervo que acaba de publicar Siruela. Un tema atractivo porque el cuervo es un pájaro al que suelen atribuirse, desde antiguo, facultades mágicas y raras habilidades (aprenden a repetir algunas palabras), además de una gran inteligencia. Suelen vivir entre 15 y 16 años, aunque se dio el caso de ejemplares que llegaron a cumplir los cuarenta sin demasiados achaques. Son sedentarios y monógamos y cuando se emparejan la unión es para toda la vida como en los fidelísimos matrimonios católicos.

En el libro de referencia se recogen algunas anécdotas curiosas como la atribuida a la reina de Francia María Antonieta a la que mientras desayunaba en un jardín del palacio de Versalles se le acercó un cuervo para pedirle comida. A la reina le hizo gracia la forma cortés en que se dirigió a ella el pájaro y le dio el resto de la galleta que estaba tomando. A partir de ese momento trabaron amistad y el cuervo acudía todas las mañanas a compartir el refrigerio con su augusta protectora. Y cuentan que el cuervo la seguía durante sus paseos yendo de un árbol a otro. Cuando María Antonieta fue guillotinada por los revolucionarios, su alado compañero desapareció de la escena durante unos años. No fuera a ser que a los inquisidores del nuevo régimen les diera por asociarlo con la causa monárquica y le cortasen también el cuello.

Hasta que, andando el tiempo, apareció desayunando en el mismo lugar la esposa de Napoleón, María Luisa de Austria. Y fue aparecer ella, para que se hiciese notar graznando un cuervo que reclamaba alimento. María Luisa le contó el episodio a Napoleón y a este, que era muy supersticioso, la presencia del pájaro le pareció un mal augurio y ordenó salir de Versalles de inmediato. Una retirada que no le valió de mucho porque a partir de ese momento la buena fortuna dejó de acompañarle y terminó sus días como todos sabemos.

Nadie pudo asegurar si este cuervo era el mismo que compartía desayuno con la infortunada reina de Francia, ni si era otro parecido, ni si los cuervos son aficionados a degustar viandas con la aristocracia. Lo que sí sabemos es que los córvidos son omnívoros, que su dieta es muy amplia y que no desprecian cualquier tipo de alimento, y más aún cuando les aprieta el hambre.

En el libro de Boria Sax se hace especial mención al escritor Edgar Allan Poe, autor del famoso poema "El Cuervo". Hasta el punto de que se le suele retratar con un ejemplar posado sobre su hombro. La afición a los cuervos y al trato íntimo con ellos es muy del gusto de algunos literatos. Entre otros, el gallego José María Castroviejo, que presumía de tener conversaciones con los que habitaban en su casa. En un artículo contaba que recibiendo a unas visitas, entró en la estancia uno de sus cuervos favoritos y al ver gente extraña se le posó en el hombro para poder hablarle al oído con mayor discreción. En "Galicia, guía espiritual de una tierra", sostiene la tesis del escritor fascista Ernesto Giménez Caballero según la cual Lugo ('Lucus') era un "bosque sagrado" dedicado al dios Apolo, protector del cuervo.

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