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Antonio Rico

La leyenda negra televisiva

En "Imperiofobia y leyenda negra", la profesora María Elvira Roca Barea desmonta todo el entramado que ha estado manteniendo durante siglos la idea de que España es un país inherentemente fallido, esencialmente retrógrado, un error que la historia terminará eliminando dado que es imposible de corregir. Roca analiza los orígenes de esta leyenda, compara el comportamiento de España con el de otros Estados que también formaron imperios y colonias ultramarinas, desvela las mil formas sutiles por las que los españoles hemos interiorizado de forma acrítica desde la escuela la versión historiográfica que de España dieron sus rivales y las consecuencias que eso está trayendo para nuestro país en la actualidad.

No tengo formación para juzgar el acierto de la profesora Roca. Pero su postura se tambalea con la irrupción de Beatriz Talegón, otra destacada histor? eh? defensora de la homeopatía, que ha señalado la supremacía cultural catalana respecto a la española, ya que mientras que en dicha Comunidad Autónoma el programa más visto son los informativos de TV3, en el resto del Estado español ese liderazgo lo ostenta "Sálvame". Quizá los españoles fueron menos crueles en Sudamérica de lo que los británicos lo fueron en Norteamérica. Quizá el catolicismo sea menos racista, fanático e intervencionista del Estado que el protestantismo. Pero seguimos siendo un país de mierda porque vemos "Sálvame". Y Cataluña haría bien en independizarse.

Sí tengo formación para juzgar la solemne majadería de la homeópata Talegón, que hace aguas desde la selección de las muestras -en donde, por ejemplo, no se controla el papel de variables económicas- hasta la consideración de que cualquier informativo ha de ser mejor que cualquier programa del corazón. La leyenda negra tiene una nueva variante: la leyenda negra televisiva. Y el supremacismo tiene un nuevo subtipo: el supremacismo televisivo. Ahora sólo nos queda contemplar algún debate entre Roca Barea y Talegón. Para echarnos a llorar, digo. O a reír.

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