Entre las muchas consignas que impuso el Gobierno de Franco desde el comienzo de la Guerra Civil, enseguida tomó cuerpo una instrucción sobre la retirada general de rótulos públicos con nombres extranjeros. Esa medida afectó principalmente a comercios y bares, aunque no se aplicó de forma muy estricta. El Savoy de Pontevedra, por ejemplo, no pasó a llamarse Saboya hasta principios de los años 40, mientras que su homólogo de Vigo españolizó su nombre en 1937, en cuanto se implantó dicha norma.

Curiosamente, los grandes cafés Derby en Galicia cambiaron su denominación por Imperial, uno de los apelativos más franquistas que podían echarse a la cara. Eso ocurrió en Vigo y Santiago, pero en Pontevedra fue el Petit Bar quien se convirtió en el Imperial desde finales de 1937. En alguna ocasión, Eduardo Matos incluso añadió a sus anuncios un patriótico "¡Viva España!", para dejar bien claro el abandono de su afrancesamiento.

A pesar de todo, la gente siguió llamándole Petit Bar, y seguramente para evitar males mayores, a raíz de un cierre temporal en 1942 con la finalidad de acometer una reforma en profundidad, pasó a denominarse Pequeño Bar en cuanto anunció su reapertura. Y así permaneció ya hasta su cierre irremediable por el boom de la construcción.