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Hermoso y eternamente desaprovechado

El recinto del Lago de Castiñeiras no acaba de recuperar el atractivo que otrora tuvo y que disfrutaban, especialmente cada fin de semana, cientos de personas que lo visitaban como uno de los lugares de reunión y ocio más deseados por familias enteras. La laguna tiene ahora agua, como antaño, gracias a las obras realizadas por el Concello marinense, y se ven saltar los peces en ellas, lo que no deja de ser un buen síntoma, pero el resto del recinto está "triste", sin ánimo seguramente porque, quienes antes iban a asar sus churrascos y sus sardinas, ahora, a pesar de que construyeron unas asadoras comunes, a todas luces insuficientes, no se sienten cómodos ni atraídos para ello. En la jornada de ayer subimos allí con unas familiares venidas de Andalucía con el afán de mostrarles su belleza y, tras hacer un recorrido por su perímetro, decidimos subir al mirador desde donde es fácil sorprenderse con el paisaje de las tres rías que desde allí se pueden ver y fotografiar. Y ¡decepción!, la torre es inaccesible porque se encuentra cerrada a cal y canto, con un candado que imposibilita el acceso. Seguramente será por evitar los efectos de los gamberros, que aprovechan la soledad del lugar para hacer de las suyas, pero no es menos cierto que tal situación supone un desperdicio de posibilidades turísticas que para sí quisieran otros lugares que sacarían un gran partido a todo el conjunto. Nada, que no aprendemos de quien sabe.

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