Hay otras maneras de entender el fútbol, y no solo las que hablan de los millones que cobran Cristiano Ronaldo o Messi, de la operación Oikos, del culto a niñatos convertidos en estrellas antes de tiempo o de la boda de Sergio Ramos, alias el amor en los tiempos del cólera ¡y olé! Una de ellas era (y es) la de Joaquín Larca Lemos que, allá por los años setenta del siglo pasado, se dedicaba a fomentar el fútbol de base en el Morrazo poniendo de su parte gastos, camioneta, equipajes y el tiempo que le restaba a su negocio, una tienda que daba nombre a su equipo, el Larca, por el que pasaron decenas de chavales que eran recogidos en su casas por el propio Cabral y esposa para llevarlos a aprender a jugar a fútbol.

El que suscribe también fue un "chico" de Cabral, aunque por un breve espacio de tiempo, cuando entrenaba en Bueu. Recuerdo que, contra todo pronóstico (faltaba gente, todo hay que decirlo, sino no se explica?) en el primer partido que jugamos me comunicó en el vestuario que iba a ser titular y, aunque el encuentro era amistoso, el rival resultaba de lo más temible: ni más ni menos que el Alondras Juvenil, un hiperequipazo que flirteaba con la máxima categoría nacional. Perdimos, claro, pero lo raro hubiese sido lo contrario.

A algunos de los chicos-Cabral, de los de verdad, los conocía yo de los partidos en aquella pista de piedras afiladas del instituto de Rodeira, en las que los muchachos hacían maravillas con pelotas de plástico durante el recreo y "horas de colgar". "Ése ya es titular en el Alondras", "a ese lo quiere el Celta", "por aquel está muy intresado el Pontevedra"...escuchaba entre mis compañeros informantes más puestos al día.

Precisamente un grupo de sus antiguos pupilos, organiza el próximo sábado, día 29 de junio, un homenaje-comida en el "Simón" de Cangas en el que, a su modo, quieren darle las gracias a Cabral por aquel padrinazgo que iba mucho más allá de lo meramente deportivo.Y es que Cabral no solo formaba futbolistas, también educaba personas.Me dicen que cuente esta iniciativa, que diga que está abierta a todo aquel que quiera participar para que, todos juntos, arropen a este Cabral que tanto se lo merece. Dicho queda.