El Gráfico adjunto recoge la evolución de la deuda pública regional en los países desarrollados con estructura federal. España es el segundo país en el que la deuda es más elevada. Estamos ya por delante de EEUU y Alemania, tras un proceso de rápida expansión tras el arranque de la Gran Recesión. La extensa cartera de servicios responsabilidad de las CCAA hizo que, ante el desplome de la recaudación tributaria, las CCAA optasen por diferentes vías para obtener ingresos, incluyendo la emisión de pasivos, créditos bancarios, deudas con proveedores y, en última instancia, deuda con la Administración Central a través de diversos mecanismos, como el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA).

Además, este endeudamiento se reparte de forma heterogénea. Galicia está entre las Comunidades en las que la deuda aumentó menos. Cataluña y la Comunidad Valenciana en el extremo contrario. Y esto hace que el problema sea más difícil de solventar. Porque una quita o condonación que favorezca especialmente a quienes se han endeudado más sería injusto para quienes se han apretado el cinturón en mayor medida. Pero, si no hacemos algo, la deuda acumulada será difícil de soportar para esos territorios. La solución, que deberíamos acordar en paralelo a la urgente y necesaria reforma de la financiación autonómica, debería combinar ambas ideas.

El principal de la deuda es un asunto que compete a cada Comunidad. En cambio, podemos ser generosos en la carga por intereses, como de hecho lo hemos sido en los últimos años. A cambio, eso sí, de que durante unos años desaparezca el déficit de las cuentas autonómicas, de forma que se facilite la metabolización de la deuda. El crecimiento económico y el equilibrio presupuestario posibilitan el milagro de la "desaparición" de la deuda pública. Como ocurrió en España en la década pasada, cuando nos llegamos a situar en una ratio de deuda sobre el PIB del 36% frente a los casi 100 puntos actuales.

*Director de GEN (Universidade de Vigo)