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El impacto de un juicio

El pasado miércoles se puso punto y final a la vista oral del juicio más importante de la historia democrática reciente, el que afrontan varios líderes independentistas catalanes, acusados de rebelión, sedición, malversación y desobediencia, por su papel en el referéndum secesionista del 1 de octubre de 2017. Es ahora el turno de los siete jueces del Tribunal Supremo, presididos por Manuel Marchena, para elaborar la ponencia de la sentencia (que se cree que estará terminada entre septiembre y octubre).

La pregunta que puede hacerse la opinión pública es cuál será el impacto del veredicto, en la vida política de los próximos años.

Lo primero de todo es que, independientemente de la tipología de la sentencia (y todo apunta a que será condenatoria, ya que hasta las defensas admiten que hubo desobediencia), el problema político (el encaje o no de Cataluña en el sistema democrático español) continuará sin resolverse. Diez años después de que empezaran las primeras consultas populares favorables a la independencia catalana, los resultados en las distintas elecciones muestran un enquistamiento de posiciones (con ligera ventaja, aún, del bloque constitucionalista, ante un hipotético referéndum independentista).

En todo caso, de la gravedad de las condenas dependerá que pueda volver a encarrilarse el conflicto desde una perspectiva política. Si las penas son elevadas, el alejamiento político y sentimental de España de los dos millones de votantes independentistas se solidificará; en caso de condenas más benignas, podría crearse un escenario, a largo plazo, de vuelta al diálogo político entre unos y otros. Es probable que los siete jueces del Supremo quieran limitar la redacción de la sentencia a un plano técnico, pero no evitarán las consecuencias políticas de la misma.

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