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Joaquín Rábago.

360 grados

Joaquín Rábago

Trump aplica continuamente su propia "teoría del loco"

La llamada "teoría del loco" es la estrategia que empleó en su día el presidente republicano de EE UU Richard Nixon en su fallido de ganar, frente a los comunistas, la guerra del Vietnam. Así la denominó el propio Nixon en conversación con su jefe de gabinete, Bob Haldeman, a quien explicó que había que hacerle creer al enemigo que el presidente estaba dispuesto a todo, incluido al uso de la bomba nuclear, para derrotarle.

Su hoy sucesor en la Casa Blanca, Donald Trump, parece inspirarse en esa teoría de los juegos cuando amenaza a diestro y siniestro para conseguir sus objetivos, ya sean comerciales o de otro tipo. Su estrategia, como la de Nixon, consiste en hacer creer al otro que EEUU está dispuesto incluso a perjudicar los intereses de su propio país para doblegarle.

Es lo que intentó con éxito en el caso de México al amenazar con aplicarle fuertes aranceles y traer de vuelta las empresas estadounidenses allí establecidas si el Ejército de este país no hacía más por detener la "invasión de narcotraficantes, cárteles y traficantes de personas".

Da igual que las estadísticas desmintieran sus afirmaciones sobre la creciente invasión de EEUU por los que el racista Trump califica una y otra vez sin más de "delincuentes".

Si en la década de los setenta llegaban a los 1,7 millones los inmigrantes "ilegales" detenidos anualmente en la frontera, el año pasado fueron solo 300.000, pero ya sabemos que a Trump la realidad poco o nada le importa. Da también igual que una subida de aranceles en el caso de México pudiera suponer fuertes perjuicios para los intereses de las empresas estadounidenses que han desplazado parte de su producción al país vecino y la pérdida de miles de puestos de trabajo en EEUU.

Es lo que el presidente busca hacer también con Irán, país al que, saltándose un acuerdo internacional firmado por su predecesor en la Casa Blanca, intenta asfixiar económicamente.

Para ello no duda en sancionar a todas las empresas tanto nacionales como extranjeras que tienen tratos con el país de los ayatolas en un claro e ilegal intento de provocar allí un cambio de régimen. O con China, amenazándola una y otra vez con aplicarle fuertes aranceles y prohibiendo a las empresas de EEUU y a las de sus aliados cualquier trato con el gigante tecnológico Huawei.

Su estrategia, también aquí, es una vez más la del loco: la de hacer creer a todo el mundo con su comportamiento aparentemente irracional y volátil que está dispuesto a cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos.

Es una estrategia que puede tener éxito en el caso de México y de otros países económicamente vulnerables, pero que difícilmente va a funcionar con el país que está dispuesto a disputarle a EEUU la hegemonía en el comercio mundial: una China cada vez más segura de sí misma.

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