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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

La memoria de Gonzalo Suárez

Aprovecho una estancia en Asturias para leer La musa intrusa, el último libro del ovetense Gonzalo Suárez tras unos años de silencio literario. (A los escritores, como a los vinos, conviene catarlos en la tierra donde arraigaron). Un parón inhabitual en un autor prolífico que ha cultivado también el cine y el periodismo, especialmente el deportivo, bajo el seudónimo de Martin Giraud, que le hizo muy popular en la prensa catalana. Suárez es hombre de muchos saberes y entre ellos destacan sus conocimientos en materia de fútbol, lo que le valió para ejercer como analista de Helenio Herrera, el más famoso entrenador de finales de la década de los cincuenta y de la de todos los sesenta.

H. H. o el "Mago", como también era llamado, fue pareja sentimental de su madre y tenía una gran confianza en sus informes sobre la forma de jugar, virtudes y defectos de los equipos con los que estaba próximo a enfrentarse. En el tiempo de que hablamos no existían los recursos técnicos necesarios para grabar imágenes de los partidos y había que conformarse con las anotaciones en un cuaderno del espía de turno. "El central zurdo va muy bien de cabeza, pero con la pelota a ras de suelo es lento y desbordable", o "Tienen un extremo muy rápido por la derecha, que se pierde en regates excesivos". Y cosas así, supongo.

Helenio Herrera hacía honor al sobrenombre de "el Mago" porque no solo era capaz de influir positivamente en el ánimo de sus jugadores mejorando milagrosamente su rendimiento, sino que, en sentido inverso, hacía decaer el de sus enemigos. Algunos de sus asertos se hicieron famosos. "Ganaremos sin bajarnos del autocar", dijo provocativamente en vísperas de un partido importante. O este otro: "Se juega mejor con diez que con once", sentenció para explicar la victoria de su equipo pese a haberse quedado con un jugador menos por expulsión.

En los años en que yo ejercí el periodismo en La Nueva España, las vacaciones de verano en la comarca de Llanes del clan familiar de don Helenio eran objeto de amplio reportaje, como correspondía a un personaje importante. Todas estas cosas, y algunas otras dignas de conocer, son objeto de un tratamiento memorialístico muy atractivo por parte de Gonzalo Suárez que nos hace viajar desde su infancia a la vejez.

Nada más empezar la lectura, concretamente en la página 13, hay un párrafo revelador. "Mañana cumpliré sesenta y siete años y, de repente, hoy cumplo ochenta y cuatro. Hace sol en la playa y tormenta en la montaña. Pongo el reloj a las 5.20. Retumba el trueno. Las hojas se mecen bajo la lluvia. Apago las luces y cierro los ojos. Somos un rumor que surca la memoria". Remembranzas sobre un paisaje inequívocamente llanisco. Ese paisaje que está presente en el decorado de toda su obra, la literaria y la cinematográfica. Como está presente a lo largo de todo el libro el amor por su padre, enfermo de párkinson. Una dolencia que describe en una serie de personajes famosos, como en el caso de su amigo el actor francés Maurice Ronet, un hombre guapo que acabó confinado en un piso lujoso. "París volvía a estar a sus pies -escribe Suárez- pero él apenas podía andar". Somos un rumor que surca la memoria.

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