El periodismo es un pilar fundamental para el desarrollo de una sociedad libre y democrática. Sin un periodismo de calidad y cercanía, el ciudadano sería más vulnerable y estaría mucho más expuesto y sometido a la manipulación y la propaganda. Alguien escribió hace mucho tiempo que no puede haber libertad en una comunidad que carece de información veraz, plural y rigurosa, necesaria para detectar el engaño. Y ese principio básico sigue siendo absolutamente válido, cuanto más ahora que nos movemos en tiempos de tanta confusión y ruido donde cada vez resulta más difícil separar verdad y mentira. Por eso frente a los bulos y la confusión, el buen periodismo se reafirma como un bien social insustituible, más necesario que nunca.

Si hay un factor que ha contribuido poderosamente a cambiar la vida de la colectividad es la información. Un ciudadano bien informado piensa y es crítico, los dos actos que fortalecen cualquier sociedad moderna. Solo las sociedades bien informadas pueden llegar a ser verdaderamente libres. Por eso los periódicos hacen tanta falta, por eso son necesarios. La información seria, veraz, responsable, analítica, la que en definitiva proporciona el buen periodismo, es vital para esa misión.

Los periódicos tienen como objetivo y deber, informar. Y deben hacerlo desde el rigor y la pluralidad. Han de servir únicamente a los intereses nobles de sus lectores, de la comunidad a la que se deben y que los sustenta. El periodismo nos ayuda a comprender el mundo en el que vivimos, el local y el global. Aporta conocimientos valiosos, útiles, importantes, para que los lectores dispongan de elementos con los que formar su propio criterio sobre las cosas que les preocupan e interesan. Y para que tomen las decisiones que mejor les convengan. A esos principios seguimos aferrados todos cuantos hacemos FARO.

Nos guía el objetivo de ofrecer un producto de calidad en todos los soportes, con un grado de autoexigencia máxima y un compromiso indeclinable con los lectores. Siempre desde la proximidad, situándonos lo más cerca posible de los problemas y necesidades de nuestros territorios y de quienes los habitan. Porque solo así, escuchándolos, comprometiéndonos con los intereses del conjunto de la colectividad, podemos servirles mejor. Contribuir, en definitiva, a hacer comunidad.

El periodismo no debe tener más compromiso que consigo mismo y más exigencia que la de situarse, desde la independencia y la pluralidad, al servicio de los lectores. Para ser independiente no basta con querer serlo, aunque esa sea una condición indispensable para conseguirlo. Hay otro requisito, éste esencial y determinante, sin el cual tal objetivo resulta imposible de alcanzar: la solvencia económica del medio. Sin ella, su independencia es pura entelequia. Una gestión responsable y eficiente que haga viable la empresa de comunicación resulta crucial para hacer frente a las presiones de turno y ofrecer una información que sea en verdad independiente.

No es lo mismo estar bien que mal informado y no puede una persona sentirse bien informada consumiendo cualquier cosa que jalean las redes sociales. Vivimos en un nuevo tiempo, en una era digital en la que Internet ha revolucionado el mundo de la comunicación y se ha convertido en un vehículo instantáneo y omnipresente. Gracias a Internet las audiencias son más amplias y extensas que nunca, pero también es una circunstancia comprobada que en ese océano proceloso de la red junto a verdades como puños se fabrican y propagan falsedades y engaños que hacen todavía más necesaria la labor del buen periodismo para contribuir a desmontarlos. Por eso se precisa del mismo como un valor seguro al que acudir y del que alimentarse.

A la par, las nuevas tecnologías nos abren enormes oportunidades para desarrollar y priorizar la comunicación con nuestra audiencia. Para conocerla todavía más y mejor y, en consecuencia, poder responder a sus inquietudes con productos informativos más innovadores y orientados al lector digital, manteniendo siempre los valores editoriales marca de la casa. Adaptarse a la mayor velocidad a las demandas cambiantes y al comportamiento de los usuarios, en el periodismo como en cualquier otro sector, no es una opción sino una obligación imperiosa a la que FARO quiere imprimir una nueva marcha.

Con humildad, desde la gratitud infinita a nuestros lectores, que con su enorme fidelidad han convertido a FARO en el periódico decano de España y uno de los grandes de la prensa nacional, aspiramos a seguir profundizando en el mismo afán y los mismos valores que nos han traído hasta aquí. Creemos en los periódicos, pero, por encima de todo, creemos en la excelencia de una información que ha de ser útil al público lector. Por más formas sofisticadas de comunicación que aparezcan, siempre quedará un lugar para el buen periodismo. Y es ahí donde queremos estar. Luchando permanentemente para renovar esa confianza.

Haz click para ampliar el gráfico