A finales de 1962, la Sociedad Recreativa de Artesanos estaba casi desahuciada y, por tanto, parecía irremediablemente abocada a su desaparición. La puntilla llegó cuando supo que debía abandonar su local social en la calle Manuel Quiroga. Entonces la opción de encontrar otra sede adecuada para la entidad se vislumbró como una tarea casi imposible.

Como tabla de salvación de la Recreativa de Artesanos apareció en el último momento la posibilidad de llegar a un entendimiento con el Club Teucro y promover entre ambas el nacimiento de una nueva entidad más potente y renovada, combinando lo deportivo con lo social. Las directivas de Artesanos y el Teucro se pusieron manos a la obra e hicieron esfuerzos encomiables por lograr tan loable propósito, que no todos vieron con buenos ojos.

Más proclives al acuerdo estuvieron los rectores de las entidades que sus asociados; sobre todo, una parte de la masa social del Teucro que sin conocer los términos barajados para la pretendida fusión, trató de extender un estado de opinión radicalmente contrario. Unos pensaban que el club debía continuar solo con su carácter deportivo y otros creían que Artesanos resultaba un pesado lastre.

La directiva presidida por Germán de la Iglesia Faustino afrontó a mediados de 1963 una asamblea general a cara de perro para tomar una decisión al respecto sobre la unión pretendida. No sin echar el resto, la propuesta de la junta del Teucro resultó aprobada, aunque solo con veinte votos de diferencia.

A partir de entonces, Artesanos y Teucro designaron sendas comisiones negociadoras y todavía se tomaron su tiempo para establecer los términos de la fusión y las características de la entidad resultante, cuya denominación final fue Sociedad Deportiva Teucro para plasmar su doble condición. El acuerdo final estuvo envuelto en un cierto secretismo para no caldear más los ánimos exaltados y su materialización llegó a finales de 1964.

"Con esta unificación saldremos ganando ambas entidades. Ellos nos traen solera y nosotros les proporcionamos dinamismo", declaró Germán de la Iglesia cuando se formalizó la fusión.

Al año siguiente, la nueva entidad pasó a contar con unos 1.500 socios, casi la mitad mujeres. A la pista deportiva de Arzobispo Malvar, en donde disputaba sus vibrantes partidos el Teucro, una gestora presidida por Luís González Almuiña sumó en régimen de alquiler el antiguo edificio del Liceo Gimnasio, junto al puente de O Burgo. Allí instalaron sus dependencias administrativas en la planta baja, en tanto que en el piso superior pasaron a celebrarse sus populares bailes y fiestas.