Con la marcha de Alberto Mallo las cosas van a cambiar y mucho en el Museo. Es de suponer que, a pesar de haber iniciado su merecido descanso, siga ofreciendo su servicio para poner al día a la persona que le sustituya. De momento será alguien seleccionado de entre cerca de un centenar de personas que se han interesado por el puesto aunque, el sistema del horario, ya ha echado para atrás a más de uno. Sospecho que, al final, el ayuntamiento tendrá que duplicar ese puesto si quiere que la instalación funcione mínimamente, a menos que aparezca otro "Mallo" que herede su espíritu: difícil. No puede ser que el Museo Torres se cierre cuando más se necesita, siendo como es una instalación fundamental en lo que a la actividad complementaria como exposiciones, presentaciones y charlas, se realizan allí. Es posible que, quien acabe haciéndose con el puesto, al principio, tenga la mejor disposición pero estoy seguro que, al cabo de unos meses, exigirán ajustes de horario laboral, por otra parte lógicos y justos, como corresponde a cualquier puesto de trabajo normal. También habrá que evitar que en agosto, cuando más visitantes tenemos aquí, el museo permanezca cerrado o que las obras donadas por el maestro que da nombre a la instalación, estén siempre guardadas cuando deberían ser un permanente reclamo turístico y cultural. Hay que aprovechar para hacer las cosas bien ante esta nueva situación.