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Los volantazos de Casado

Igual que Pedro negó a Cristo tres veces, tres veces negó el líder del PP que su partido hubiese girado al centro

| El PP. Pablo Casado es humano, y como tal reconocer, asumir, admitir, sobre todo en público, que fue la receta (recuperar la centralidad) de otros (Feijóo, Moreno Bonilla, ...) la que permitió al PP el inicio de la recuperación es un trago duro de asimilar. Supone confesar que uno se ha equivocado yque otros tenían razón y que por ello el PP pasó del 16,70% de los votos en las generales de abril al 22,60% en los comicios locales del pasado domingo. Significa presentarse como un líder débil que ha sido reconducido por quienes debían cumplir sus directrices, no dictarlas. Así se puede entender, como fruto de una debilidad humana, que el líder del PP negara la mayor el día después de las urnas. Igual que Pedro negó a Cristo tres veces, tres veces ante los periodistas rechazó que tras su batacazo el 28-A el PP hubiese girado al centro.

No hay mayor ciego que aquel que no quiere ver, proclama la sabiduría popular. ¡Qué cierto! El presidente del PP se olvidó de que los españoles habían sido testigos de su volantazo, de como corrió a participar a una romería popular en O Pino, hacerse la foto con Feijóo y proclamar que tras la debacle de las elecciones generales estaba "dispuesto a mejorar" y a dirigir un partido "abierto, centrado y reformista". "Hemos captado el mensaje, somos conscientes de los errores", admitió ante unos 5.000 militantes convocados por el PP provincial de A Coruña.

Estaban los electores dudando sobre Casado, preguntándose quién era el real, el que ofrecía ministerios a VOX y quería explicar a las mujeres lo que llevan en su vientre, o el que se pegaba al presidente de la Xunta para contagiarse de moderación y centralidad, cuando el protagonista volvió a girar. Se atrevió a este juego bipolar o de travestismo político porque los resultados electorales lo envalentonaron. Retener la Comunidad y la Alcaldía de Madrid le concede una tregua.

Casado tiene una nueva oportunidad para continuar al frente del PP, pero que trascendiese su choque con los dirigentes autonómicos, en especial con Alberto Núñez Feijóo, revela que su autoridad interna no está consolidada, y debe manejarse con sumo cuidado. ¿Quién se atreveía a chistarle a Mariano Rajoy o José María Aznar? Las juntas directivas del PP, las de antes, se saldaban con un discurso del presidente aplaudido por unamimidad y sin réplica. Se hablaba por detrás, pero nunca a la cara y de frente.

Pero ahora a Casado le contradicen y además se filtra a los medios de comunicación, como el pasado lunes cuando trascendió que la comida del presidente con dirigentes de su formación sirvió para volver a advertirle de que las elecciones se ganan ampliando la base electoral del partido, no escorándose hacia la derecha, y pidiéndole que no nombre a Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz del PP en el Congreso porque de centrista no tiene mucho.

La elección de los portavoces en las Cortes permitirá vislumbrar si Casado vuelve a ser permeable a los consejos de sus barones, y cuánto tendrán que emplearse a fondo en el futuro para que el líder popular no se desvíe de la senda que ellos consideran lleva al éxito electoral.

Hay un barón al que le urge más que al resto que el PP corrija la senda. Es a Feijóo porque el año que viene tiene elecciones autonómicas y no puede ir a las urnas con una marca quemada, que no suma votos, si no más bien los resta. De ahí que se esforzara el pasado lunes en convencer a Casado de que el PP es un partido de centroderecha y que debe "ensanchar, no achicar, su base electoral". No lo tendrá fácil porque el PP para ser creíble, no debe solo proclamar su centrismo con un líder al frente que se envuelva en la bandera de la moderación, también debe predicar con el ejemplo. Y para mantenerse en el poder ha decidido volver a pactar con VOX. ¿No es una disfunción?

| Vigo. La cabeza de cartel del PP en Vigo, Elena Muñoz, deja la política municipal. Dimite. Lógico y esperable, tras el batacazo del pasado domingo, donde el PP se quedó con 3 ediles y menos del 14% de los votos, cuando en 2011, con Corina Porro, fue el partido más votado con el 42% de los apoyos y 13 concejales, aunque no tocó poder. La candidata, que se dejó la piel en su intento de erosionar sin éxito el liderazgo socialista, no es la única responsable del desastre electoral de su partido en la primera ciudad de Galicia.

El PPdeG cambiará su rostro en Vigo, pero también debe mudar su política y su estrategia porque ésta se ha demostrado desacertada, y no la fijaba en soledad la exconselleira de Feijóo. Los ciudadanos el 26-M quitaron la razón al PPdeG que presentó a Abel Caballero como "el peor alcalde de la historia de Vigo" o lo comparó con Nicolás Maduro por su modo de gobernar. Los vigueses auparon a Caballero como el regidor más votado de las grandes ciudades en la democracia española. Dos de cada tres votantes del PPdeG en 2011 se decantaron por la papeleta de Caballero en esta ocasión. Deberían hablar con ellos y preguntarles el por qué de su ataque de cuernos.

Vigo es el ejemplo más claro del fracaso del PP en las ciudades, pues no va a gobernar en ninguna el próximo mandato. El PPdeG gobierna Galicia, pero el poder urbano se le resiste. La Galicia más dinámica, más joven y crítica le es infiel. Tras el 26-M, el PP es el PP de los pequeños y medianos concellos. El municipio más grande que gobernará será Arteixo, localidad coruñesa de casi 32.000 habitantes.

La marcha de Elena Muñoz, que aterrizó en la política local en 2015, a dos meses de la campaña electoral, desde San Caetano pero sin vida pública en su ciudad, crea un vacío de poder en el PP vigués. Los sondeos advertían de este mal resultado, pero ahora en el grupo municipal los populares no atisban quién puede ser con ciertas garantías de éxito el relevo de Muñoz. ¡Qué poca previsión!

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