El 26-M cambia sustancialmente el mapa político de Deza y Tabeirós-Terra de Montes. Lalín recupera a un José Crespo que parecía defenestrado hace solo cuatro años, pero los cambios llegan también a ayuntamientos más pequeños que hasta ahora se habían movido al ritmo que marcaba el omnipresente Partido Popular: Ramiro Varela ha sido fulminado en Agolada, mientras que Belén Cachafeiro será desalojada de la Alcaldía de Forcarei y Jesús Otero tiene muchas papeletas para ceder la de Vila de Cruces.

Con la lección aprendida del inesperado varapalo de 2015, los populares echaron el resto en Lalín, con una campaña casa por casa, a la vieja usanza, en la que lograron una movilización histórica que les sirvió para reconquistar el poder. Tras la travesía del desierto, la ciudadanía le ha dado una nueva oportunidad con un apoyo rotundo, que en ningún modo debería interpretar como un cheque en blanco. Menos aún cuando, por primera vez en la historia democrática lalinense, la oposición formada por los miembros del cuatripartito suma más apoyo popular (50%) que el partido que va a gobernar (43%).

Al cuatripartito no tanto le pasó factura una gestión que la ciudadanía aprueba (así lo recogió la encuesta encargada por FARO que, cabe apuntar, clavó el resultado del PP y falló en el reparto interno de escaños entre los socios de la alianza gubernamental), como demasiados errores no forzados, cometidos en su mayoría por su máximo responsable, Rafael Cuíña. El futuro alcalde dice que los cuatro años en la oposición han sido para él una cura de humildad y una lección de la que ha aprendido mucho. Ahora le tocará demostrarlo.

El cambio más contundente se produce en Agolada, en donde el electorado da carta blanca a un neófito en política, Luis Calvo Miguélez, apenas tres años después de que fundara el Partido Anticorrupción y Justicia (PAYJ) con aspiraciones de alcanzar el ámbito nacional. Por ahora deberá conformarse, que no es poco, con gobernar el municipio que le vio nacer y del que, como tantos otros, tuvo que emigrar para ganarse el sustento. Su exitosa campaña le ha permitido alcanzar el cielo a la primera, pero también un estrecho contacto con sus vecinos para tomar nota de sus necesidades, aquellas que ahora le exigen atención sin pausa.

En Vila de Cruces, otra formación de nuevo cuño impulsada por el constructor jubilado Luis Taboada, bajo la forma de agrupación de electores, consigue, también al primer intento, lo que BNG y PSOE llevaban años persiguiendo sin éxito: dejar sin mayoría absoluta a un Jesús Otero que había tenido el poder para hacer y deshacer a su antojo desde 1990. Xuntos polo Noso Concello irrumpe como segunda fuerza política, aunque con el mismo número de actas que el BNG, con la socialista Mari Carmen Silva como posible árbitro. De cómo gestionen sus alianzas dependerá, no ya su futuro, sino, lo que es más importante, el de sus vecinos.

Forcarei completa el mapa de relevos. A Verónica Pichel (PSOE) le cabe el mérito de poder arrebatarle el poder a Belén Cachafeiro al primer intento, aunque deberá pactar con el único edil electo de la alianza entre BNG y Foro Forcarei. Sería una nueva pica socialista en una zona en donde solo ha podido conservar la de Silleda, de la mano de un Manuel Cuíña que ha hecho valer su primera gestión con poder absoluto para decidir.

A Estrada refrenda al popular José López con una mayoría absoluta más grande que la anterior, pese a polémicas como la suscitada por las obras de ampliación de la alameda. El respaldo debe traducirse en imprimir mayor velocidad a su programa de gobierno, respaldado sin paliativos por ese gran apoyo ciudadano.

También ve incrementada su mayoría absoluta Jorge Cubela en lo que se interpretaba como un plebiscito sobre la fusión municipal de Cerdedo y Cotobade. Luis López salva los muebles para el PP en Rodeiro gracias a la división del voto en la izquierda y, sobre todo, a la debacle del PSOE tras la polémica por la elección de un candidato foráneo. Y la vida sigue igual en el feudo popular del octogenario Adolfo Campos, si bien cede un escaño al nuevo partido de José Carlos Presas, que se une al BNG en su titánica tarea opositora a un poder omnímodo.

Curados de votaciones al menos hasta las próximas autonómicas y despejadas las incógnitas electorales, ahora toca superar la contienda y ponerse a trabajar. Los gobiernos deberán demostrar que las promesas no eran solo eso y ponerse las pilas para mejorar la calidad de vida de sus municipios. Y la oposición, una vez lamidas las heridas y hecha la correspondiente autocrítica, también deberá aportar su grano de arena, ejerciéndola con contundencia pero con lealtad al territorio.